El máximo exponente ibérico de la corriente anarquista patologizante y sanadora es, sin duda, Félix Martí Ibáñez. Nacido en Cartagena en 1911, se doctoró en Medicina por las universidades de Madrid y Barcelona, donde se asentó y tempranamente se implicó en la CNT. En 1935 publicaba en Estudios dos artículos[1] en busca de la cura de la homosexualidad, distinguiendo entre homosexualidad-perversión u “homosexualismo adquirido”, fruto del ambiente homosexual y por esnobismo, y homosexualidad-inversión u “homosexualismo congénito”, fruto de la bisexualidad inicial al nacer y la ausencia de evolución normal hacia la heterosexualidad. Critica con dureza la “literatura homosexual” del momento –Oscar Wilde, Marcel Proust, André Gide…– por hacer apología de tal “degeneración”. En sus propias palabras: “En el amor invertido un hombre o una mujer responden a una irresistible llamada de sus instintos y más fuerte que su voluntad y su moral que les impele al amor desviado”, mientras que el “homosexual-perversión” lo practica por “esnobismo, voluntarismo o búsqueda de sensaciones nuevas”. Traducido al ámbito político y social, frente al primero hay que buscar conciliación, respeto y cura; frente al segundo, censura social y legal. Respecto a la liberación sexual anarquista, con la que parece estar de acuerdo Martí Ibáñez, propone la abolición de la homosexualidad mediante un sistema de educación hacia su conversión a la heterosexualidad. Como cura a la homosexualidad propone una “recta educación sexual infantil”, frente a “la escuela de la hipocresía y la ignorancia que fomentó la moral católica”, a la que parece achacar la inversión. Así pues, concluye como anarquista que es, que “en las enfermedades sexuales de los hombres, como en las enfermedades políticas de los pueblos, el mejor tratamiento es la santa Libertad”. […]
Estudios se adhirió a esta corriente a nivel general. No en vano era Martí Ibáñez quien contestaba a las preguntas del consultorio sexual que a mediados de los años treinta inauguró la revista, respondiendo ampliamente a las dudas bajo esos prismas. Previamente la sección la llevó el médico naturista Roberto Remartínez, dejando estos consejos:

-F. Savater: ¿Tiene cura un invertido sexual de 23 años?
Si desea curarse y siente deseos de regeneración seguramente que sí, a menos que su organismo tenga tal desviación de sus características y hondas perturbaciones endocrinas que lo impidan.
El tratamiento principal ha de ser psíquico o mental y muy preferentemente hipnoeducación es decir, el inculcarle mediante las sugestiones adecuadas los principios de normalidad sexual.

-¿Puede curarse un homosexual?
Si su grado de degeneración no es mucho y siente realmente deseos de emanciparse de su aberración sexual, sí, señor[2].

Un problema que podía inducir a la inversión sexual era la cárcel, uno de los ejes del sistema que el anarquismo ibérico combatió, ya que arrebataba a los hombres el poder ejercer el coito “normal”. Julio Altman, a raíz de un estudio realizado en prisiones peruanas, achaca a la prisión de promover “vicios” como el “deseo sexual hiperestesiado” –que podría conllevar que los hombres violaran a mujeres o tuvieran sexo con otras especies–, el onanismo o la homosexualidad. Esto podía conllevar cifras preocupantes que alterarían de forma traumática la vida sexual de los hombres, pues sería del tipo de “homosexualismo adquirido”, como lo define Martí Ibáñez[3].

Isaac Puente también fue todo un referente anarquista en estos temas. Nacido en Abantio y Ciérvana en 1896, cursó medicina y se decantó por el naturismo. Más tarde se mudó a Maeztu. Fue figura clave del anarquismo vasco y del naturismo en su época. Muy implicado en la liberación de la mujer y en la militancia radical, dedicó mucho tiempo de su vida a la sexología. Colaboró desde el primer número con Generación consciente y Estudios. En varios artículos, a veces firmados como “Un Médico Rural”, defiende la educación sexual sin contenido religioso, la abolición de la prostitución (como iniciación juvenil, por la esclavitud de la mujer, posibles enfermedades…), la difusión de los métodos preservativos del contagio venéreo, la libertad sexual femenina mediante una independencia económica y legal (maternidad consciente y paternidad responsable), el control de la natalidad legalizando y difundiendo medios contraceptivos y tras una desintoxicación religiosa del sexo, desestigmatización del placer sexual y el fin de la virginidad y castidad[4]. Su defensa del nudismo contemplaba que el ocultar la desnudez era “el punto de partida de la exaltación erótica y la obsesión sexual”. En cuanto a la homosexualidad, se alinea más con Marañón o Martí Ibáñez. Cuando en 1932 la LMRS (Liga Mundial para la Reforma Sexual) le invitó a participar de su V Congreso (en Brno), Puente les contestó con una negativa, dejando entrever su propio programa político sexual:

No quiero menos que la independencia económica, para que el hombre no tenga que arrastrarse, ni la mujer prostituirse por sus imperativos, para que la virginidad no tenga que cotizarse como un tesoro, y para que la abstinencia sexual no conduzca al hombre hacia el onanismo y las depravaciones sexuales, y para que la maternidad consciente pueda tener posibilidades de realización[5].

Poco más tarde escribía lo siguiente sobre “El problema sexual”:

La misma escuela de perversión sexual es el cuartel, el campamento y el presidio, en tanta mayor medida, cuanto más severa es la prohibición y el apartamiento del otro sexo. (…) Nadie como el médico ve toda la magnitud de los estragos que produce esta moral. Perversiones sexuales, desequilibrios genitales… (…)[6].

Meses después es arrestado por ser miembro del Comité Nacional Revolucionario de Álava en el conato insurreccional anarquista de diciembre de 1933. En la cárcel escribe Tratamiento de la impotencia sexual, donde habla de la masturbación temprana como “siempre lamentable, y que los padres deben tratar de evitar”, publicado tiempo después[7].

Entre 1930 y 1932 el grupo Iniciales publicitaba en su portada y contraportada Las perversiones, sus causas, sus formas, que vendían por entre 0,60 y 0,75 pesetas. Escrito por André Lorulot, filósofo anarcoindividualista francés, el librillo acabó apareciendo dividido en artículos en la citada revista a lo largo de 1932[8]. Cercano al círculo del anarquista Émile Armand y a sus propuestas de liberación sexual, habla de la homosexualidad no como perversión, sino como vicio, buscando las razones que la crean para ayudar a una “cura” y achacándola a una alteración de la esfera genital. Distingue entre la pederastia, que es adquirida fruto de la privación de relaciones sexuales normales, y el uranismo, que es congénito y fruto de un error en el mecanismo psicosexual. En el apartado “El homosexualismo”, lo compara con el “necrosadismo” (necrofilia) y la “bestialidad” (zoofilia). Entre sus causas alude a la locura, la demencia y con el alcoholismo de fondo, del cual atestigua que por entonces está en Francia en un crecimiento paralelo al de la promoción del “invertidismo”. También lo asemeja a “la opiomanía, cocainomanía y todas las demás aberraciones presentes”. Respecto a las lesbianas o “lesbias”, les achaca una falta de gusto por el varón sustituida por determinados tipos de mujeres varoniles, incitadas pues al coito oral. Se produce en ambientes donde hay pocos varones, citando los entornos orientales como culpables en este punto, y describe sus relaciones contra natura por no tener lugar “la intromisión y eyaculación dentro de la vagina”, pues “los amantes escapan a la terminación lógica del orgasmo”. Acusa a las prostitutas de sodomitas y por tanto las sitúa al mismo nivel que las lesbianas. Al dejarse sodomizar y practicar el sexo oral, colapsan la atención sanitaria, asegurando que un 60 % de las atendidas en el hospital parisino de mujeres de Loucine son prostitutas. Respecto a la curación de la homosexualidad, considera que su represión solo proporcionaría chantajes y chismorreos: “¿Por qué, pues, debemos despreciar a un hombre que se comporta como una mujer, si ha nacido mujer a medias?”. Para evitar su contagio propone prohibir la propaganda del homosexualismo. Sobre métodos de cura, se muestra de acuerdo con las teorías de Serge Voronof y su método de injertar testículos de varones heterosexuales en homosexuales. Entre sus subapartados, podemos hallar preguntas en el aire, como: “La inversión en la mujer, Sodomía y coito bucal, ¿son perniciosas en uniones consanguíneas?”, “¿puede curarse la homosexualidad?” o “¿Es un crimen el incesto?”. La Editorial Somo, que editaba la revista Iniciales, publicó perversiones y desviaciones del instinto genital de Lorulot[9].

En Iniciales no faltaron artículos sobre sexualidad completamente orientados a favor de la heterosexualidad y con referencias contrarias a la homosexualidad. La anarcofeminista María Lacerda de Moura celebraba en un artículo la carrera del doctor Voronof y los injertos “de glándulas de otro semejante de Steinach”[10], orientados a la curación de la homosexualidad. Atacaron a Solidaridad Obrera al considerar que deberían “combatir los vicios del sexualismo, en vez de anunciar a charlatanes (…) que fomentan y comercian con las enfermedades venéreas”[11]. Juan Santana Calero, militante de la FIJL cercano a la línea de Iniciales, miembro del Comité de Salud Pública de Málaga a inicios de la guerra civil y asesinado a su fin en 1939, en un artículo sobre “sexualidad” escribió que “hay hambre de macho y de hembra (…) ¡Hambre…! ¡Siempre hambre! Y la vida se desliza entre la clorosis y la tristeza, entre la masturbación y la homosexualidad”[12]. Vendían a precio rebajado Pervertidos sexuales. La tragedia del tercer sexo del Dr. Caufenyon: “Homosexuales, sadistas, masoquistas, vampiros, perversión sexual de nuestra época, necrofilia”; y publicitaron Perversiones sexuales del Dr. Tarnowsky. Xavier Diez en su libro sobre esta publicación resume bastante bien la línea sexual de la revista: consideraban que “la idea de una vida sexual sana se basaba en el coito heterosexual, entre dos personas y en condiciones de igualdad –sin dominantes ni dominados”[13]. El resto eran perversiones fruto de contaminación religiosa, injerencia estatal, alcoholismo…

Sin embargo, además de su relación con Émile Armand y de su entusiasta promoción del nudismo, procuraron apostar por lo más avanzado en materia sexual: recomendaban en sus páginas Eugénica y Prostitución y mal venéreo de Luis Huerta, Educación y diferenciación sexual de Marañón, Profilaxis anticoncepcional: paternidad voluntaria de Hildegart, Amor y matrimonio y Emancipación femenina de Emma Goldman, o El amor dentro de doscientos años de Martínez Rizo. Isaac Puente aparecía como “Médico fisiatra / Consulta por correspondencia”, y también incluyeron poemas de Oscar Wilde, conscientes de su sexualidad heterodoxa. Además, la Editorial Somo publicó ¿Qué es el anarquismo? de Benjamín Tucker, anarquista estadounidense que se mostró partidario de la homosexualidad.

La oposición a las leyes homófobas desde una homofobia manifiesta es una opinión recurrente en los medios anarquistas de entonces. Su máximo exponente lo he encontrado en un artículo de Francisco de Campollano en Estudios, donde critica las leyes nazis contra población mendiga, drogadicta, prostituta, sifilítica, tuberculosa e invertida, partiendo de la premisa ácrata tradicional de que la ley y la prohibición siempre tienen efecto contraproducente a la hora de querer remediar un problema, pues estas nunca van a la raíz de los problemas ni a las causas que los crean. Para quienes quieran seguir ese camino, dedica el siguiente párrafo: “esterilizad a todos los homosexuales, todos los degenerados e invertidos por vicio. Pero dejad en pie el cuartel, el presidio, las tabernas y los burdeles, porque os dirán que todos funcionan dentro de la más estricta legalidad”[14].

El propio Marañón colabora entre marzo y junio de 1926 en Generación Consciente, sin duda la revista de las citadas más acorde a sus ideas. También era asiduo a la revista su colaborador el medico Luis Huerta, con quien compartiría pertenencia a la Sección Española de la LMRS. Huerta fue el director de su breve publicación, Sexus, también colaboraba con Eugenia y era el jefe de la sección eugenésica de la Gaceta Medica Española. En “El marañonismo y la intersexualidad”, a propósito del citado libro de Marañón, elogia la obra como avance hacia la comprensión y cura del homosexual:

Con Marañón dejamos de considerar al homosexual como un perverso, un réprobo o un energúmeno. Ni el delincuente ni el homosexual se enmiendan con el tormento. Su remedio eficaz está en una mayor cultura humana y en una más perfecta organización de la Sanidad social y de la política científica[15].

No obstante, en un artículo similar critica algunos aspectos dela obra, como su peligro de conllevar una “exculpación científica” porque “cabría la posibilidad de que algunos –ellos y ellas– intersexuales de tipo extremo reaccionasen, desvergonzados y casi exhibicionistas, gozosos de dejar entrever su verdad largamente reprimida.

También estampó su firma en publicaciones anarquistas César Juarros, médico madrileño que en los años veinte y treinta se destacó como entusiasta abolicionista de la prostitución, llegando a ser cofundador de la Sociedad Española del Abolicionismo y diputado en Cortes durante la Republica. Juarros concordaba con los postulados de Marañón frente al trato de la homosexualidad, y así lo plasmó en la revista Orto. Consideraba que “a los enfermos de perversión sexual” no se les debe llamar viciosos, sino que son “merecedores de piedad”: “la tesis de que el pervertido no es una voluntad entregada al mal, sino efecto de causas ajenas a su decisión, serena rápidamente las aguas”. Para él el coito bucal era fruto del “fomento inconsciente de un desproporcionado papel erógeno de la boca” y “la homosexualidad obedece con frecuencia a complejos de Edipo ignorados”. En sus conclusiones, resume este punto en que “las perversiones sexuales han de estimarse como desgracia, no como vicio”.

Un homosexual no puede ser anarquista

La postura anarquista más beligerante hacia la homosexualidad la ostentó La Revista Blanca. Al contrario de las otras dos citadas, que eran de periodicidad mensual, La Revista Blanca era semanal o quincenal, tendiendo, pues, más público y mayor difusión. Montseny, su directora, acusaba al feminismo de burgués y de promover la supremacía androfóbica. Criticó la reciente traducción al castellano de The Tragedy of Woman’s Emancipation de Emma Goldman y apostaba por el término “humanismo” como autentica igualdad[16]. También plasmó su opinión sobre la homosexualidad en la revista. Hablando de la escritora francesa Rachilde, le atribuye “conocimientos en materia de perversiones sexuales” y que al ser “hembra ansiosa y violenta, los invertidos debían repugnarle”[17]. Lo cierto es que Rachilde también tuvo relaciones sexuales con mujeres, acostumbraba a usar ropa masculina y fue la principal compiladora de Wilde, cuya homosexualidad defendió en artículos de prensa. Y en un artículo sobre anarquistas en prisión, Montseny asegura que “aunque no haya de haber diferencias entre los humanos, no es posible considerar igual a un trabajador perseguido por sus opiniones y un carterista, o un macarrón, o un homosexual. Estos últimos son víctimas de la sociedad; el primero es el producto mejor que la sociedad tiene; si brazo transformador y productivo”[18].

Se suceden diversas referencias similares más a lo largo de la historia de la publicación, como artículos literarios de Jacques Descleuze que narran obras artísticas francesas a las que tilda “de pasiones bestializadas, de monstruosas aberraciones sexuales”[19], o comentarios que asemejan homosexualidad y nacional-socialismo alemán[20]. Representativamente el anarquista belga Hem Day reseñó Las perversiones, sus causas, sus formas de Lorulot en La Revista Blanca[21].

Camilo Berneri fue el colaborador de la publicación más furibundo con este tema. Profesor universitario en Florencia y ferviente anarquista, las amenazas de muerte continuadas que recibe de la nueva Italia fascista lo convencen para exiliarse a Barcelona. Allí conectó muy bien con Montseny y su círculo, si bien se distanciarían tajantemente debido a la posición política pro-gubernamental de ésta durante la Guerra Civil. En “La degeneración sexual en las escuelas” y “El contagio moral en el ambiente escolar”, ambos publicados en 1928, censura totalmente la masturbación y la “psicopatía sexual” (homosexualidad), que interpreta como una perversión y una plaga de fácil contagio en la escuela, ya que la educación sexual no es lo suficientemente contundente. Condena la masturbación fálica como el “manoseo” vaginal, al que tilda de safista[22]. Al año siguiente publicó “La vida sexual en los campos”, donde acusa al agro de tener en mejor consideración la masturbación, el “bestialismo”, la prostitución y la homosexualidad. Considera que las relaciones sexuales interespecie promueven el “safismo” entre las mujeres, y que la homosexualidad, “aun cosa peor” que el onanismo, está muy extendida[23]. También en Orto plasmó sus opiniones al respecto: tras definir la prostitución en términos de aberración y perversión, achaca la prostitución masculina a jóvenes «‘parados’ que se han visto en la ‘obligación’ de prostituirse (…) además, quieren trabajar. ¿Cómo, pues, calificar a un régimen que los arroja al medio de la calle, que los reduce a la repugnante condición de monstruos degenerados?
En los diarios berlineses pueden leerse anuncios en que muchachos “bien parecidos” solicitan un protector.
En Austria, lo mismo que en Alemania, los parados son fácil presa para los homosexuales ricos.»

Inmediatamente después narra el reciente caso de “un sin trabajo de 17 años que fue violado por seis miembros de un circulo clandestino de homosexuales pertenecientes a la alta sociedad vienesa, porque uno de ellos, conocido suyo, le ofreció cena, y no había comido en las últimas 24 horas[24]”. Berneri remarca la situación de “parados” en la “obligación” de prostituirse a una “alta sociedad” sexualmente degenerada, haciendo un paralelismo con la lucha de clases en el que la clase gobernante y la homosexualidad coinciden contra una clase obrera sometida a sus deseos.

Recordando a Berneri, Eugenio Villacampa en su “Educación sexual de la juventud” de 1935 recalca la necesidad de educar sexualmente a la juventud en la reproducción y en contra de la pornografía, la prostitución, la masturbación y la homosexualidad[25]. También podemos hallar un artículo similar contemporáneo en Generación consciente, donde el Dr. Franz Keller sitúa el inicio de la “perversion sexual” en la pederastia –que usa como equivalente a homosexualidad– que deviene en vicio, que debilita la relación procreativa hombre-mujer y que es fruto de perturbaciones psíquicas y físicas –espermatorrea, perversiones sexuales–, lo cual hay que atajar implacablemente para que no se resienta la raza[26].

Sin embargo, en comparación con la cantidad de números que posee La Revista Blanca, muy superior a los de Iniciales y Estudios, se abordó más la homosexualidad en estas últimas. El punto fuerte en temas de homosexualidad que podemos encontrar en La Revista Blanca su Consultorio General, que se inaugura en el numero 255 (7 diciembre 1933). Poco antes era un “Consultorio Sindical”, inaugurado el año anterior, pero la diversidad de preguntas les hizo cambiar de nombres. El Doctor Klug pasa a incorporarse a inicios de 1934, respondiendo todas las preguntas. Desde el numero 384 (29 mayo 1936) el consultorio se subdivide entre el Consultorio Médico (de Klug) y el General, con temas de sexualidad en ambos hasta su cierre en agosto de 1936. La primera referencia hallada de la opinión de Klug, que se asemeja al sentir editorial, data de inicios de 1935:

  • ¿Qué opinión formaría “La Revista Blanca” de un anarquista que dijera estar locamente enamorado de una mujer, que fuese correspondido por ella con igual amor y que brindase su compañera a otro hombre? (un chico)
  • A nosotros en asuntos de amor y de relaciones sexuales entre hombres y mujeres nada nos sorprende ni nos extraña. Lo único que nosotros repudiamos porque nos repugna, son las costumbres sexuales entre dos hombres o entre dos mujeres. De lo demás, nada nos asusta y todo nos lo explicamos[27].

Dejamos a continuación algunos ejemplos más:

  • ¿En qué concepto tendrían los redactores de la Revista Blanca a una joven que dijera estar locamente enamorada de otra?
  • La consideraríamos una enferma que debería ser sometida a un tratamiento, para normalizar la función de sus órganos sexuales, a fin de que sus sentimientos no se dirigiesen contra natura[28].
  • Un hermafrodita, ¿puede definirse el sexo y puede tener familia? –un suscriptor de “La Revista Blanca”.
  • Se citan algunos casos, pero sumamente raros[29].
  • ¿Cómo podemos calificar a varios compañeros que se llaman anarquistas y alternan con invertidos? –Un compañero.
  • Por de pronto, no se les puede calificar de hombres, si ese “alternar” quiere decir algo más que cruzar palabra o el saludo con degenerados sexuales. Anarquistas quiere decir hombre más hombre, moral y físicamente, que el nivel común de los hombres. Y no es hombre y, por ende, no es anarquista, el que gusta de invertidos[30].

Sin embargo, “un lector” preguntó sobre el tabaco al Dr. Klug y la respuesta no pudo ser más contrapuesta a la anterior:

  • ¿Un fumador puede ser anarquista? (Un lector).
  • Un anarquista no debe fumar, pero un fumador puede llamarse anarquista[31].

De aquí se deduce que en el imaginario de Klug, y muy probablemente de todo el equipo editorial de La Revista Blanca, fumar, considerado por importantes sectores anarquistas (como la propia redacción de la revista) como un “vicio burgués”, al igual que la droga en general, es preferible a “alternar con invertidos”, lo cual deja la homosexualidad en un estrato muy bajo en la escala de valores anarquistas de este colectivo editorial, y probablemente de una parte importante del anarquismo de la época. Un homosexual no puede ser anarquista y viceversa, de ninguna manera.

Piro Subrat

Del libro Invertidos y Rompepatrias. Marxismo, anarquismo y desobediencia sexual y de genero en el Estado Español. 1868-1982.


[1] Martí Ibáñez, F. “Consideraciones sobre el homosexualismo”. Estudios 145, septiembre 1935, pp. 3-5; Martí Ibáñez, F. “El estilo amoroso”. Estudios 143, julio 1935, pp. 14-16.

[2] Remartínez, R. “Consultorio sexual”. Estudios 122, octubre 1933, p. 45 y Estudios 127, marzo 1934, p. 46.

[3] Altman, J. “El problema sexual de las prisiones”. Estudios 160, enero 1937, pp. 27-30 y Altman, J. “El problema sexual de las prisiones. La continencia sexual”. Estudios 161, febrero 1937 pp. 20-24.

[4] Destacan Un Médico Rural. “Moral Sexual”. Generación consciente 13, 8-1924, pp. 71-72; y Puente, I. “A modo de programa”. Estudios 94, junio 1931, pp. 1-3.

[5] Puente, I. “Carta abierta a la Liga Española para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas”, Estudios 107, julio 1932, pp. 21-22.

[6] Puente, I. “El problema sexual”. Estudios 113, enero 1933, pp. 34-37.

[7] Puente, I. “Tratamiento de la impotencia sexual”. Biblioteca de Estudios, Valencia, p. 6. Citado en “Biblioteca de Estudios”. Estudios 146, octubre 1935.

[8] Lorulot, A. “Perversiones y desviaciones del instinto sexual. Las perversiones, sus causas y sus formas”. Iniciales 1, enero 1932. “Perversiones y desviaciones del instinto genital VIII. El homosexualismo”. Iniciales 5, mayo 1932. “Perversiones y desviaciones del instinto genital. Excitación morbosa y fetichismo chino”. Iniciales 7, julio 1932. “Sadismo y masoquismo”. Iniciales 8, agosto 1932. “La inversión en la mujer”. Iniciales 9, septiembre 1932. “¿Es necesario reprimir la pederastia?”. Iniciales 10, octubre 1932.

[9] Iniciales 1, abril 1931, portada.

[10] Lacerda de Moura, M. “Voronoff”. Iniciales 2, febrero 1932, pp. 3-4.

[11] “Los anarquistas de «Solidaridad obrera»”. Iniciales 5-8, agosto 1931, p. 64.

[12] Santana Calero, L. “Sexualidad”. Iniciales 4, abril 1936, pp. 13-14.

[13] Diez, X. (2001). Utopía sexual a la prensa anarquista de Catalunya. Lleida, Pagés Editors, p. 88.

[14] De Campollano, F. “La esterilización eugénica y los legófilos”. Estudios 129, mayo 1934, pp. 30-32.

[15] Huerta, L. “El marañonismo y la intersexualidad”. Estudios 69, mayo 1929, pp. 9-12.

[16] Montseny, F. “Feminismo y Humanismo”. La Revista Blanca 33, 1 octubre 1924, pp. 12-14.

[17] Montseny, F. “Rachilde, o la sed eterna”. La Revista Blanca 221, 1 agosto 1932, pp. 136-38.

[18] Montseny, F. “Un problema de justicia y de sentimiento”. La Revista Blanca 316, 8 febrero 1935, p. 144.

[19] Descleuze, J. “El arte literario francés”. La Revista Blanca, 15 enero 1926, pp. 25-28 y 1 septiembre 1928.

[20] Palacio, S. “El marxismo como precursor del fascismo”. La Revista Blanca 299, 12 octubre 1934, pp. 791-92. Santana Calero, J. “Quiebra”. La Revista Blanca 386, 30 junio 1936, p. 49.

[21] Day, H. “La verdadera educación sexual”. La Revista Blanca 161, 1 febrero 1930, pp. 407-09.

[22] Berneri, C. “La degeneración sexual en las escuelas”. La Revista Blanca 118, 15 abril 1928 pp. 695-97. Y Berneri, C. “El contagio moral en el ambiente escolar”. La Revista Blanca 122, 15 junio 1928, pp. 10-15.

[23] Berneri, C. “La vida sexual en los campos”. La Revista Blanca 142, 15 abril 1929, pp. 657-60.

[24] Berneri, C. “El desarrollo de la prostitución en relación con la crisis económica actual”. Orto 14-IV-1933, p. 4.

[25] Villacampa, E. “Educación sexual de la juventud”. La Revista Blanca 340, 26 julio 1935, pp. 706-07. Y La Revista Blanca 342, 9 agosto 1935, pp. 752-54.

[26] Keller, F. “Estudio de la impotencia”. Generación consciente 7, febrero 1924, pp. 114-16.

[27] “Consultorio General”. La Revista Blanca 316, 8 febrero 1935, p. 140.

[28] “Consultorio General”. La Revista Blanca 352, 18 octubre 1935, p. 1007.

[29] “Consultorio General”. La Revista Blanca 355, 8 noviembre 1935, p. 1070.

[30] “Consultorio General”. La Revista Blanca 340, 26 julio 1935, p. 720.

[31] “Consultorio General”. La Revista Blanca 286, 13 julio 1934, p. 557.