“Ya que la expropiación es una forma de alejarse individualmente de la esclavitud, los riesgos deben ser asumidos individualmente también, y los compañeros que practican la expropiación para sí mismos pierden cualquier derecho – si es que existe tal derecho para los anarquistas, y yo no lo creo– a reclamar la solidaridad del movimiento cuando caen en la desgracia.” 

Brand (Enrico Arrigoni)

Tomé esta cita de Enrico Arrigoni (también conocido como Frank Brand) de un artículo que escribió titulado “El derecho a la inactividad y la reapropiación individual” que apareció en su periódico Ereseia di oggi e di domani (Herejías de hoy y mañana – publicado a finales de la década de 1920). En el artículo, él no sólo atacó la doctrina de la “dignidad del trabajo” que entonces era popular en los círculos radicales, sino también cualquier concepción moralista de la solidaridad. Al defender la expropiación individual, Arrigoni también señaló que aquellos que eligen este camino no pueden esperar la solidaridad automática, porque están actuando por sí mismos, por lo que ellos, y sólo ellos, deben asumir los riesgos de su acción y estar preparados para enfrentar las consecuencias por sí mismos.

Quiero extenderme en esto. Verás, siempre actúo por mí mismo, independientemente de la situación en la que me encuentre. Y por lo que observo, nadie actúa de una manera diferente a esta. Algunos simplemente parecen sentir la necesidad de maquillarse de altruistas o colectivistas para cubrir sus intenciones egoístas. Y, lamentablemente, algunos de ellos incluso comienzan a creer que este maquillaje es más real que sus deseos y aspiraciones. Y, sin embargo, el elemento del interés propio siempre está presente, incluso aún cuando el espejismo altruista y moralista socava la posibilidad del auto-disfrute.

Si siempre actúo por mi cuenta, entonces, en cierto sentido, siempre actúo solo. Incluso cuando tomo una acción con otros. Lo que hago en tal situación es lo que estoy dispuesto a hacer y lo que soy capaz de hacer, por eso soy único para mí. Lo hago con mis propias intenciones y por mis propios motivos. Si hago una acción con otros es porque he encontrado una situación en la cual mis intenciones, deseos y razones pueden entrelazarse con las suyas de una manera que potencia mi energía auto-creadora, mi capacidad de luchar contra la autoridad y mi auto-disfrute. Así que mis razones siguen siendo solamente mías, y en este sentido, sigo actuando solo.

Considero que esto es importante para comprender la naturaleza de una asociación de auto-creadores voluntarios. Aquí, tú reconoces que estás en ella por ti mismo; yo reconozco que estoy en ella por mí mismo. Esta conciencia no disfrazada es la base de nuestra confianza mutua. También significa que no puedo esperar nada de ti excepto lo que te dé placer ofrecerme. Sólo puedo saberlo en la medida de mi experiencia contigo. Tú y yo necesitamos desarrollar una especie de afinidad, una profunda experiencia compartida el uno del otro a través de la cual tú y yo comprendamos algo de los deseos, las aspiraciones, las ideas, las razones, las capacidades que cada uno tiene, y cómo estas cosas pueden entrelazarse para nuestro beneficio mutuo. Pero incluso con un profundo conocimiento experiencial el uno del otro, no es prudente que yo espere algo de ti, o que tú esperes algo de mí. Cada uno de nosotros es un creador de sí mismo, y por eso cambiamos constantemente en función de lo que nos da disfrute[1]. Dado que, en cada situación, yo estoy actuando para mí, no para el grupo, la causa, el ideal, etc., sería un tonto si esperase solidaridad. Yo, y sólo yo, soy responsable de lo que hago, y tengo que estar preparado para aceptar las consecuencias, ya sea para mi beneficio o para mi perjuicio. Tampoco le debo solidaridad a nadie.

En muchos círculos anarquistas, esta es una gran herejía. Pero la solidaridad como deuda es un ideal situado por encima de ti y de mí, y como todos los ideales, nunca existe en la realidad. Hace que haya mucho balbuceo, que se confunda el “apoyo” verbal con la solidaridad. Cuando reconozco que yo siempre actúo solo, para mí, cuando no espero solidaridad, ya no es un ideal. Es una relación entre individuos. Una relación basada en el beneficio mutuo. Me llega como un regalo, y para aquellos cuyas acciones despiertan mi generosidad, yo puedo ofrecerla como un regalo. Pero para aquellos que la exigen, no ofrezco nada.

[1] No he mencionado aquí las manifestaciones y disturbios callejeros a gran escala, porque en este momento de mi vida no me encuentro en tales situaciones, pero dado que estas son situaciones en las que un individuo actúa “con” un gran número de extraños, incluso más que en las actividades que mencioné anteriormente, actúas solo, y para ti mismo, y tienes que estar completamente preparado para afrontar los riesgos que implica.

Apio Ludd

 Tomado de la publicación My Own No.16