Porque la noche pertenece a los amantes. Porque la noche nos pertenece.

Patti Smith

 

SOBRE LO MUERTO

Para vivir en esta cultura unx tiene que permanecer muertx, vacíx. El estar sin vida es el afecto y la aspiración de la membresía social dominante. Una relación social en que la vida se reduce al intercambio del capital. No hay escape, se encuentra en cada persona caminando por la calle esquivando la mirada de la otra, en los intercambios de servicios, en las naves del gran almacén y en las bancas de la iglesia. En el capital, en la heteronorma, en las leyes, en la moralidad. La lógica de la muerte es la totalidad.

El tabú de nuestros deseos se reitera una y otra vez. El poder y el control están escritos en nuestros cuerpos. ¿Qué es la pasión, el deseo, la aventura, el goce? Qué, sino solamente frases pegadizas para anunciantes. Nuestro amor, nuestros deseos y hasta nuestros propios cuerpos están inscritos en esta cultura. El capital está tatuado en nuestros cuerpos. No nos atrevemos a soñar. Honestamente, cómo podríamos querer otra cosa.

Son agentes y fuerzas del biopoder; las botas de quienes nos golpean, las cámaras de vigilancia en el panóptico con sus malditas luces azules, las sirenas y pistolas de la policía, las campañas a favor del matrimonio gay y por los derechos de los soldados homosexuales, los persistentes horrores de la monogamia, y los maniquíes de figuras tan perfectas, ad nauseam (rectos, de pie como en retenes) garantizando la imposibilidad de cualquier alternativa. La vida, reventada, no es nada más que la supervivencia pura, banal, fría, y paralizada. No hay un hecho más claro: el hetero-capitalismo, esta cultura, esta totalidad quiere acabar con nosotros.

TOMANDO Y COMPARTIENDO: OBTENIENDO LO NUESTRO

La maquinaria de control ha ilegalizado hasta nuestras propias existencias. Hemos aguantado la criminalización y crucifixión de nuestros cuerpos, nuestro sexo, nuestros géneros rebeldes. Nos han detenido en redadas, y quemado por ser brujxs. Hemos ocupado el lugar de los desviados, de las putas, de los pervertidos, y las repugnantes. Esta cultura nos ha vuelto criminales, y por supuesto, hemos dedicado nuestras vidas al crimen. Descubrimos los placeres de la vida criminal criminalizando nuestros placeres ¡Cuando nos ilegalizaron por ser quienes somos descubrimos que somos unos pinches bandidxs!

Muchos culpan a lxs queers por la decadencia de esta sociedad (eso nos llena de orgullo). Otros piensan que deseamos destrozar la civilización y su tejido moral, tienen toda la razón. ¡A menudo nos llaman depravadxs, decadentes y asquerosxs, pero ni siquiera hemos empezado!

Seamos explícitos: Somos criminales queer-anarquistas, y este mundo no es suficiente para nosotrxs y nunca lo será. Queremos aniquilar la moralidad burguesa y dejar este mundo en ruinas. Venimos para destruir lo que nos destruye.

Debemos hablar de la revuelta. Estamos averiguando las raíces de nuestra criminalidad queer y trazando el deceso de la orden social. ¡Ahhh! que sabrosos alimentos. Lesbianas piratas navegando como tormentas por la mar, amotinadxs queer quemando coches policiales, orgías en la decadencia del industrialismo, ladronxs luciendo triángulos rosas, redes de apoyo mutuo entre putxs, ladrones, y pandillas de maricas que madrean agresores. Nos han asegurado que cada día podría ser el último, así que hemos decidido vivir como si cada uno fuera el final. Entonces, comprendimos que los días de esta existencia están contados.

Desarrollamos una manera de jugar con la revuelta. Experimentamos con la autonomía, el poder, y la fuerza. No hemos comprado nada de lo que llevamos puesto, y rara vez pagamos por nuestra comida. Robamos en el trabajo y taloneamos para seguir viviendo. Compartimos consejos de estafas mientras chismeamos y nos acariciamos sensualmente. Saqueamos las tiendas hasta cansarnos, pero nos gusta compartir el botín. Por la noche echamos desmadre en la calle y llegamos saltando a la casa. Siempre estamos desarrollando estructuras informales de apoyo, y siempre apoyaremos a nuestrxs amigxs. En orgías, en disturbios, y en atracos, intentamos articular la colectividad de estas rupturas, a la vez que las profundizamos.

SOBRE LA INTIMIDAD CRIMINAL. CREANDO UN MUNDO POR VENIR.

La sensaciones eléctricas y extáticas que causa el crimen son innegables. Hemos sentido el dulce torrente de adrenalina al escapar de un guardia de seguridad, o cuando cogemos en el autobús. La única oportunidad de vivir aparece al golpear las estructuras del capital. De hecho, el crimen nos motiva a levantarnos de la cama cada mañana.

Nosotras, la gente queer y lxs insurgentes hemos desarrollado lo que se llamaría una intimidad criminal. Estamos explorando la solidaridad material y afectiva fomentada entre rebeldes y bandidxs. Con cada ley que quebramos juntxs, descubrimos ilegalmente la belleza entre nosotros mismos. Al revelar nuestros deseos a nuestrxs compañerxs criminales, llegamos a conocernos el uno al otro de una manera tan íntima que jamás podría ofrecernos la legalidad. Nuestros deseos producen el conflicto con el capital. Quizá el conflicto sea un escape al debilitamiento de nuestras vidas. El discurso de nuestra pandilla es el conflicto.

La potencia que manifiestan nuestros delitos no se encuentra en el daño causado a nuestros enemigos, ni en el mejoramiento de nuestras condiciones materiales (aunque, claro que nos agradan ambos). Nuestro fuerza se encuentra en las relaciones y la resolución que ejercemos. Las posibilidades de nuestras afinidades amplían el goce y el ataque, cuando nos quitamos las máscaras y compartimos nuestros proyectiles. En estas posibilidades aprendemos cómo podríamos hacer escombros este mundo.

Debemos ser cuerpos sin órganos. Cada persona está llena de potencialidades; nuestros deseos, el afecto, la fuerza, y las costumbres tienen posibilidades infinitas. Debemos de experimentar cómo es que nuestros cuerpos interactúan con otros para encarnar y activar estas posibilidades. Juntos cometemos delitos para nuestro devenir criminal. Nuestra intención no es ofrecer lo ‘criminal’ y lo ‘queer’ como identidades o categorías. La criminalidad y lo queer son instrumentos para luchar contra la identidad y las categorías, son nuestras líneas de fuga. Estamos en conflicto con todo lo que intenta limitar cada uno de nuestros deseos. Podemos ser cualquiera y lo único que tenemos en común es el odio hacia todo lo existente. Nuestros deseos rebeldes nunca podrán ser asimiladas por el Estado.

Los conservadores invocan la imagen de una ‘guerra cultural’ entre la sociedad por un lado y lxs queers por el otro. Nosotrxs rechazamos este tipo de guerra. Nuestra guerra es una guerra social. Sí, el nexo de la dominación y el sistema de clases se encuentra por todos lados, pero nuestro entorno también está lleno de rupturas y puntos de conflicto contra esta sociedad. Nuestro hablar sucio y nuestros susurros nocturnos son una lengua propia y secreta. Este lenguaje de ladronxs y amantes es ajeno a la sociedad, sin embargo es el sonido más bello para lxs rebeldes. Nos revela nuestro potencial para construir mundos. Porque el conflicto es un espacio en donde nuestras posibilidades pueden florecer. Estamos construyendo un mundo nuevo, amotinado, orgiástico, y quebrantado mediante la organización de un universo secreto de abundancia compartida y posibilidad explosiva.

Queer Ultraviolence.

Bash Back!