El siguiente texto es el primero de una serie de artículos experimentales en los cuales desarrollo la percepción y experiencia sobre mi autonomía individual y auto-creación. Debido a la naturaleza del tema, escribo estas piezas mayormente en primera persona combinando la interacción directa con el lector. A pesar de que lo anterior pueda parecer un poco torpe o inquietante, pienso que es lo más adecuado para tratar este tema.

¿Qué soy como individuo? La encarnación única de un tejido especifico entrelazado de emociones, acciones, pensamientos, interacciones y relaciones siempre cambiantes …. ¿De dónde aparece este fluido de hilos entrelazados? En el mundo actual – al momento en que reflexiono esto y tomo los hilos con mis propias manos- principalmente aparecen de las cosas y los seres que conforman el contexto social especifico en el cual nací, en el cual fui criado y educado, donde continúo llevando a cabo mis roles y funciones.

Las actividades a través de las cuales yo y otras personas sobrevivimos –trabajando, comprando, vendiendo- son productos de este contexto. Estas me pueden llevar a consumir la mayor parte de mi tiempo en actividades e interacciones que me son ajenas. Considérese el tiempo derrochado en hacer filas, el tiempo gastado en funciones tediosas para obtener o gastar dinero, además los interminables, y banales, intercambios verbales con extraños que no importan en los más mínimo.

Estas actividades e interacciones inevitablemente afectan mis emociones, principalmente por diluirlas en una patética mediocridad. Por otro lado, considero que la mayoría de las personas utilizan su llamado tiempo libre (el tiempo no dedicado a obligaciones sociales ni a la supervivencia, lo que en esta sociedad son lo mismo) llenando estas horas “libres” con entretenimiento (acudiendo al cine, viendo televisión, escuchando música –particularmente música pop). Toda forma de entretenimiento juega con las emociones. Pero más allá de esto, las películas, la televisión, los conciertos, la música pop y otras formas de entretenimientos, cumplen una función de definir cuáles son los parámetros aceptables de emociones, dando ejemplos de cómo sentirse frente a situaciones específicas y como expresarlo. Así que, si yo permanezco pasivo frente a la influencia del entretenimiento, ni siquiera mis emociones van a ser mi propia creación, sino que serán un mosaico de emociones que he recolectado de películas, de la televisión, de canciones pop y así sucesivamente. Debido a esto es muy fácil que las llamadas pasiones, relaciones, aspiraciones y tentativas individuales puedan caer en lugares comunes que se repiten una y otra vez, no tan solo por individuos específicos, ni sólo entre tú y yo, sino a través de todo el baldío social en el cual tú y yo vivimos.

Para romper con esto, necesito aprender a crear mis propias pasiones y deseos voluntariamente, a ser capaz de elaborar una espontaneidad intencional, reconociendo que sin la elección consiente, no hay espontaneidad, sólo reacción y habito.

Podría parecer paradójico hablar de crear voluntariamente pasiones y deseos. ¿Cómo sería posible que yo cree mis impulsos voluntariamente? Bueno, he escuchado a muchos auto-nombrados radicales (particularmente comunistas) afirmar que las pasiones y los deseos de los individuos son creados por el contexto social. Pero una abstracción no puede crear nada. La realidad concreta detrás de esto es que los individuos específicos tienen interés en definir las pasiones y los deseos de todos, usando ciertas técnicas para canalizar nuestros sentimientos e impulsos. Esto no es una teoría conspirativa; es una simple descripción de la publicidad, las relaciones públicas, la propaganda política y, como he mencionado anteriormente, del entretenimiento pasivo. Para dar un ejemplo, digamos que súbitamente me dan ansias de un “Ben and Jerry’s Funky Monkey”[mantecado ecológico] [1]. Obviamente este deseo no tiene nada de innato, ya que esta compañía sólo explota la ansiedad de azúcar de los hippies desde hace tres décadas. Mis ansías por este producto seria artificialmente creada usando una combinación de publicidad, técnicas de identidad y etiquetado, entre otros métodos. Desde un nivel menos descaradamente comercial, ¿qué pasaría si yo tuviera un fetichismo por el hule, el cuero o los tacones altos? Una vez más, esto se trataría de una pasión artificial, creada a través de una serie de procesos sociales – es decir, a través de actividades especificas (que pueden ser conscientes o no) de individuos específicos. Nadie nace con esos fetiches. De hecho, no existen como fetiches hasta que son identificados como tales por autoridades que afirman tener la pericia para identificar desviaciones sexuales y quienes transforman lo que podría ser una excitación momentánea en una identidad.

El argumento que intento retratar con estos ejemplos que es las pasiones e impulsos, los sentimientos y los deseos no son innatos, sino creados, y que no existe razón por la cual yo no podría voluntariamente crear mis propias pasiones, impulsos, sentimientos y deseos para mí. Si yo no lo hago, es porque caigo en los canales esperados del hábito y la norma social. Así que para comenzar a crear voluntariamente mis propios sentimientos, impulsos y deseos necesito romper decisivamente con el hábito, traspasando los canales de expectativa social y experimentando la espontaneidad intencional.

La espontaneidad solo puede realmente existir como una elección consciente e intencional. Cuando yo actuó inconscientemente (y esta es la forma en que la gente actúa la mayoría del tiempo en esta sociedad), yo tenderé a limitar mi acción a hábitos, roles, identidades y meras reacciones, ninguna de las cuales involucra mi genuina auto-creación, en cambio me encontraría sometido a lo que es esperado, a lo que ha sido creado para mantenerme esclavizado. Esto es lo opuesto a la espontaneidad. Si no existe voluntad, entonces no puede haber actividad espontánea.

Yo miro el deseo – contrario al mero “fantasma del deseo” de William Blake – como el impulso creativo. Me mueve a actuar, a experimentar y explorar mi propio mundo. Este impulso sólo puede existir con toda su fuerza en la medida en que mi vida no esté ya creada para mí. Esto significa que sólo puede existir en conflicto con el presente orden social, ya que ese orden usurpa mi capacidad de crear mi propia vida, forzándome a someterme o a rebelarme. Lo que es llamado “deseo”, en este sentido, es simplemente el anhelo de un objeto externo ya definido, que no es de mi propia creación, incluso si lo produjera yo mismo. La auto-creación es la rebelión en contra de la realidad.

Apio Ludd

 

De la Publicación: “My Own: Self-Ownership and Self-Creation Against all Authority”. Número 1, año 2012


[1] Afortunadamente, esto nunca va a pasar debido a que soy alérgico a la leche.