Naturalmente que nos encontramos muy lejos de los tiempos y las condiciones en las cuales tuvo lugar la tragedia de Sacco y Vanzetti. ¿Pero realmente han cambiado tanto lo concerniente, a la forma en la que la opinión democrática mundial reacciona? ¿Por qué? ¿Quizás debido a la falta de claridad y a ciertos malentendidos? Estas son las cuestiones que discutiré en las notas que siguen a continuación.
¿Por qué estas anotaciones?
Tras leer “Acto en el día de estudio sobre el caso de Sacco y Vanzetti” presentado en Villafalletto el 4 y 5 de septiembre de 1987, me pregunté cuanta importancia tuvo y tiene todavía hoy el hecho de que estos dos compañeros fueran inocentes. ¿Si los dos compañeros se hubiesen declarado responsables o hubiesen sido innegablemente considerados responsables de las acciones que se les atribuía, hubiesen seguido siendo defendidos por el movimiento anarquista internacional? ¿Cuál hubiese sido entonces el apoyo recibido a nivel mundial en ese caso?
Por supuesto la historia no se escribe con “hipótesis”, soy completamente consciente de ello. Y no es mi intención realizar una contribución a la “historia” de Sacco y Vanzetti. Tengo grandes sospechas sobre los historiadores profesionales, y más que una pequeña duda sobre la historia misma, y obviamente sospecho de todos los políticos, antiguos y nuevos, y de su buena fe para ocupar “eventos” históricos. Por otro lado, no me cabe la menor duda del hecho de que Sacco y Vanzetti no tuvieron nada que ver con las acciones de las que se les acusaba. Pero esta certeza es personal y completamente ajena a los hechos que pueden ser verificados o ensombrecidos durante el transcurso de un juicio, y no impide que me haga preguntas, y espero que aquellos pocos compañeros que puedan leer estas anotaciones, también se hagan preguntas inquietantes.
Morir inocente significa mayor rabia
Por supuesto que debe ser terrible morir inocente, y esto se debe a que el valor moral de la justicia está arraigado en cada uno de nosotros. No la justicia intocable de la rebelión proletaria que lo vuelca todo y ajusta cuentas en un empuje colectivo de destrucción, sino la justicia técnica, judicial, tradicional…. La vieja justicia con los ojos vendados que nosotros desenmascaramos para descubrir con horror que está completamente podrida. Pero a pesar de haber leído sobre ello y de ser conscientes de todo esto, aún seguimos convencidos de que la justicia debería funcionar. ¡Cielos! ¡Cómo se puede mandar a dos hombres inocentes a la muerte¡ La sagrada indignación de tantos compañeros anarquistas va de la mano de la laica indignación de comunistas, demócratas y diversas tendencias de otros colores. La gloriosa cruzada de la izquierda se recompone inequívocamente, cada vez que los nombres de Sacco y Vanzetti son mencionados. Y lo que les vincula con ellos es precisamente la cuestión general y objetivamente justificable de su inocencia. Pero la rabia que se encuentra en la raíz de esto, la rabia ante la muerte de dos compañeros a manos del Estado, no debe permitir que cerremos nuestros ojos frente a otras cuestiones.
La presencia inoportuna
Me parece que el flujo de personalidades democráticas, las literarias y artísticas incluso más que las judiciales y académicas, contribuyeron enormemente a la divulgación del “caso” de Sacco y Vanzetti. Hecho que condujo la inmensa propaganda a nivel mundial, aunque también provocó una disminución en el nivel de enfrentamiento que sin duda alguna tuvo lugar en Estados Unidos, y más concretamente en el tribunal. Demasiados discursos, demasiadas representaciones teatrales, demasiados periodistas democráticos, demasiados políticos. Y esto, como un continuo y corrupto hilo que aún está ocurriendo en nuestros días, con intentos de recuperación por parte del aspirante a la Casa Blanca, Dukakis. (NDT. En agosto de 1977, el gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis firmó una declaración en la que reconocía los errores cometidos durante el juicio y afirmaba la inocencia de Sacco y Vanzetti)
¿Pero cómo decidirlo de otro modo? Tomemos el ejemplo de Piazza Fontana (1967, una bomba en la Banca de Agricultura de Milán mata a 17 personas. Los anarquistas son acusados de esta masacre estatal, que fue denunciada por la izquierda en su conjunto) ¿Se podría haber dicho al Partido Comunista que se largara y dejar de recibir su apoyo? Si los anarquistas hacen cualquier cosa por hacer pública su propaganda para así involucrar a la gente y ser escuchados por el mayor número posible de personas, ¿Cómo podrían renunciar a la colaboración con las fuerzas políticas e intelectuales aún cuando supiesen perfectamente hacia donde les conducía dicha colaboración? No es una cuestión fácil de contestar. En el tiempo de Sacco y Vanzetti, ¿podían haber rechazado el apoyo de gente como Sinclair Lewis, Eugene O´Neill, Walter Lippman, John Dos Passos, además de los Roman Rollands, Thomas Manns, Albert Einsteins, etc, a lo largo de todo el mundo quienes apoyaron la inocencia de los anarquistas? Sí, hubiese sido difícil.
Pero no es mi intención traer a colación el totalmente legítimo punto de vista de que los compañeros deberían haber sido exclusivamente defendidos por el movimiento internacional anarquista, con propaganda limitada a estas últimas motivaciones aceptando solamente aquellas fuerzas externas que hubiesen mantenido voluntariamente la cuestión dentro de estos límites. Sólo quiero decir que el tipo de colaboración impuesta por el abogado Moore, necesariamente tuvo que tener la marca de aprobación del Comite de Defensa y de los dos compañeros en prisión. No se previó como se iba a resaltar la inocencia de los dos compañeros, y como se desatendería su culpabilidad en principio, debido a su militancia y a su pertenencia a una parte específica de los Estados Unidos, y al movimiento anarquista internacional colocándolo en un segundo plano. Este fue el precio de la colaboración. Después de esto, podríamos jugar con la interrogante, y esto ocurre todavía actualmente, de que fue una cuestión de dos inmigrantes, dos trabajadores honestos, y subrayar el elemento nacionalista y de clases que ciertamente produjo resultados en su momento pero que no aclara nada respecto a las personalidades anarquistas y revolucionarias de Sacco y Vanzetti.
¿Fue la presencia de las fuerzas de la “izquierda” internacional útil para el objetivo de salvar sus vidas? Uno debe sacar como conclusión que no lo fueron, dado que los dos compañeros fueron asesinados de todas formas. El hecho de que redujeran cualquier posibilidad de que su actividad anarquista fuese considerada también fue negativo.
¿Qué hubiese ocurrido si este apoyo hubiese sido rechazado? Los dos compañeros hubiesen sido defendidos de la misma manera que otros que acabaron sobre el patíbulo, algunos inocentes, algunos culpables, según lo escrito por Galleani (NDT. Luiggi Galleani, anarquista italiano creador del periódico “Cronaca Sovversiva”). Y aquí llegamos a la pregunta: ¿pero tiene algún sentido esta diferenciación entre “culpable” e “inocente”?
Francamente, no lo sé. Tras releer “Acto de estudio sobre el caso de Sacco y Vanzetti”, vi que tanto Sacco como Vanzetti colaboraron con “Cronaca Sovversiva” (“Crónica Subversiva). Debido a ello ambos deberían ser conscientes de la postura de Galleani frente a este falso problema. El hecho de que ellos fueran “inocentes” no pudo hacer que regresaran a una total aceptación de la vía inocentista, por lo menos en los términos desarrollados en el juicio. Por lo tanto estoy de acuerdo con Pedretti cuando escribe “Bartolomeo Vanzetti no era una persona acrítica unidimensional, denunció el mecanismo que permitió la heroicización de su derrota hacia el amargo final: era esencialmente un anarquista comunista, profundamente convencido y enormemente orgulloso de sus opciones políticas y existenciales…de hecho nunca escondió su odio hacia la injusticia de la que fue víctima y su deseo de ser vengado” (p.130). Por otra parte, una vez tomada la decisión fue necesario continuar hacia el amargo final, directos hacia la situación (impuesto por los “progresistas asustados”, quienes constituían la gran masa de las personas que apoyaban a Sacco y Vanzetti) de que el que fueran anarquistas apareciese entre líneas.
“Inocente” o “Culpable” El hecho de que Sacco y Vanzetti fueran asesinados a pesar de la evidencia de su inocencia, únicamente probaría que tanto el concepto de inocencia como el de culpabilidad no son un dato objetivo, sino una medida impuesta por la lucha de clases. Las técnicas legales y los procedimientos policiales que establecen si una persona es culpable o inocente, son parte de la cultura del poder. Para un anarquista revolucionario los procedimientos que se exponen como “evidencias” lógicas no tienen ningún valor. Es a la propia consciencia revolucionaria a la que uno debe responder, y no a la evidencia de la situación orquestada por el enemigo que hace y deshace las reglas del juego a su placer. Para un “demócrata” por el contrario, hay una neta diferencia entre ser culpable o inocente.
Culpable es aquel que quebranta la ley de una manera clara, y ha sido juzgado y condenado por ello. Por el contrario, inocentes son los que no hicieron aquello de lo que habían sido acusados por la gran masa, constituida por todos los que todavía se estremecen con horror cuando piensan en el final de Sacco y Vanzetti, debido a que nuestros dos compañeros eran inocentes, ni robaron, ni mataron y a pesar de ello, murieron en la silla eléctrica. Una pequeña minoría, y entre ellos debe haber habido anarquistas, se estremecieron de horror no sólo por los atroces e ignominiosos métodos con los que el proceso judicial tuvo éxito y pudo mantener la responsabilidad de ambos sobre los sucesos, sino porque Sacco y Vanzetti fueron asesinados por el Estado. ¿Este horror del que estamos hablando, habría existido -a parte de en esa pequeña minoría para los cuales por una razón u otra no les parecía de relevancia el hecho objetivo de su inocencia- si los dos anarquistas hubiesen tenido un juicio más digno (desde el punto de vista de las pruebas establecidas) y hubiese resultado que ellos habían cometido el crimen? Estamos seguros de que las cosas hubiesen sido bastante diferentes.
La gran masa de aquellos que son respetables de profesión, habrían estado a favor de la condena, y es algo que entendemos. Por otro lado una pequeña minoría incluyendo a los anarquistas, como Galleani, hubiesen afirmado que no hay diferencia entre culpabilidad o inocencia.
Si hubiesen sido Sacco y Vanzetti realmente responsables de estas acciones sólo hubiese habido una modesta demostración de defensa por parte de compañeros, tal y como se dio poco antes de la tragedia de Sacco y Vanzetti, con Ravachol por ejemplo. Por otro lado, compañeros que se colocan en la óptica de la expropiación no pueden presumir de tener un movimiento tras ellos, independientemente de cuales sean sus condiciones objetivas y el nivel de conciencia teórica dentro de éstas.
¿Por qué no podemos esperar tales apoyos? Por al menos dos buenas razones. La primera, porque la decisión de llevar a cabo determinadas acciones, incluyendo aquellas cuyo objetivo es contribuir a través de un meticuloso esfuerzo, al aumento de la disponibilidad de ciertos instrumentos revolucionarios, es siempre una decisión personal y por lo tanto debe ser sostenida, tanto en lo bueno como en lo malo, por cada compañero y su conciencia madura. En segundo lugar, porque un movimiento, incluso uno revolucionario, necesita desarrollarse, tener divergencia de opiniones, ciertas reservas legítimas que no pueden ser desechadas todas de golpe.
Por este camino, debidamente hasta donde yo puedo entender, no hay nada de extraño en guardar las distancias en tales casos, mostrando así claramente que somos ajenos a esta cuestión. ¿Por qué jamás debería uno implicarse a posteriori en algo con lo que inicialmente no estaba de acuerdo? La única posición criticable es la moralista, la cual termina necesariamente convergiendo en el reino de las moralejas del poder producidas e impuestas por los jefes.
Esta breve reflexión debería ayudarnos a ver determinadas situaciones de una forma más clara, en primer lugar la de Sacco y Vanzetti. Si ser inocente no es más que un factor externo que podría o no existir -y en el caso de los dos compañeros asesinados en Estados Unidos, eran inocentes- los compañeros deberían ser defendidos en todas partes, incluso aunque fuesen “culpables”. Ahora, sí esto es así, no podemos constituir amplios frentes cuando los compañeros son inocentes, y limitarnos a una pequeña parte del movimiento anarquista cuando los compañeros son “culpables”. Las cosas deberían abordarse de la misma manera, al menos teóricamente, si admitimos en primer lugar, como debería ser obvio, que no pueden existir “inocentes” y “culpables” excepto en la lógica del poder.
¿Cómo escapar de este dilema? De forma bastante sencilla. Comenzando siempre por el hecho de que para nosotros el aspecto técnico es secundario, y que si algún compañero es acusado, encarcelado y en algunos casos asesinado es debido, a parte del hecho objetivo que constituye el elemento de debate en el juicio y el cual tiene un interés marginal para nosotros, a su ideología anarquista. No podemos hacer que las razones técnicas se conviertan en los elementos centrales de la campaña de defensa.
Muchos compañeros, incluso con buena intención, piensan de forma diferente porque son víctimas de las banalidades de las ideas dominantes. La demanda de objetividad es una de las piedras angulares de la filosofía de los vencedores.
Es importante entender esto porque siempre nos toma por sorpresa, reapareciendo cuando menos lo esperamos. Que esta realidad es algo que puede ser determinada de manera precisa es uno de los muchos mitos de las bases del nuevo pensamiento científico, justo como cuando emergieron de las complejas condiciones del Renacimiento, digamos, en las ideas de Galileo: racionalismo reducido a la descripción, no más como esencia.
Y la ley contemporánea es una digna heredera del racionalismo, al no haber cambiado demasiado las certezas concernientes a la “manera” en que las cosas fueron. Uno todavía asiste hoy en día a cómicas “reconstrucciones” y cosas por el estilo en los juicios. Nos hemos acostumbrado tanto a esta forma de pensar que ni siquiera somos conscientes de ello.
Cuando decimos que Sacco y Vanzetti no eran inocentes sino por el contrario culpables, pero sólo de ser anarquistas, introducimos en el juicio que afirma ser objetivo (por consiguiente de una naturaleza cuantitativa), un elemento que es ajeno al juicio en si mismo (o por lo menos considerado así por la ciencia judicial), un elemento de naturaleza cualitativa.
Y todavía esto no funciona de esta manera. La realidad es precisamente este hecho complejo, que no puede ser reducido al resultado de un procedimiento legal. Esto último siempre será algo arbitrario y basado no en evidencias sino en la fuerza, no en la lógica sino en el poder.
¿Una manera difícil de razonar? Quizá sí, pero una vez empleada nunca la olvidas.
Alfredo M. Bonanno