No cesa

Camino tropezándome a cada paso;
pero me levanto, no cedo; que
andar es lo único que me mueve.
A veces siento tanta rabia que me dan
ganas de abrazarme a la muerte;
pero espero, no cedo; que la vida
es lo único que me queda.
Casi siempre digo lo que pienso;
y siento, creo; que tal vez pueda hacer
con todo ello un poema…
Un poema de rabia
que camina.
Un poema de vida que no cesa.
Un poema de amor
insurgente…
¿Y la meta?
¡Una verdad atravesada por
mil saetas: la existencia que no cesa!

Gabriel Pombo Da Silva

El caos es bello

El caos ha sido muy difamado y calumniado. Incluso la mayoría de los anarquistas rehúsan ser asociados con él. Se ha equiparado con el asesinato y la violencia. Sin embargo, debería ser obvio que ésta es propaganda falsa de las fuerzas del orden.

La historia de la imposición del orden es la historia del aumento de la guerra, el asesinato, la violación, la mutilación y la opresión.

Es el orden, y no el caos, el que destruye caprichosamente con tal de imponer su forma sobre todos los seres.

Solo aquellos que se atreven a ser avatares del caos pueden resistir contra el asesino gobierno del orden.

Pero si el caos no es asesinato y violencia, como nos habían contado, entonces ¿Qué es el caos? ¿Es un trastorno? No, para que haya un trastorno se requiere de un orden y el caos está más allá de todo orden. El desorden es orden perjudicando. El universo es naturalmente caótico. Cuando alguien intenta imponer el orden en cualquiera de sus formas, el orden entrará inevitablemente en conflicto con el caótico universo y comenzará a descomponerse. Es ésta descomposición del orden impuesto lo que es el desorden, lo que es el caos.

Sin ser molestado por el orden, el caos crea un equilibrio.  No es el equilibrio artificial de las balanzas y los pesos, pero sí el animado y siempre cambiante equilibrio de una salvaje y hermosa danza. Es maravilloso; es mágico. Está más allá de cualquier definición, y cualquier intento de describirlo solo, puede ser una metáfora que nunca se acercará a su verdadera belleza o energía erótica.

Nuestra libertad depende de aprender a formar parte de la erótica danza del caos. Para hacer esto, tenemos que estar en contacto con nuestros instintos animales, con nuestros deseos más profundos.

Tenemos que rechazar toda forma de autoridad, externa e interna, porque reprime nuestros instintos.

No debemos buscar ser dueños de nuestras vidas, sino buscar vivir de verdad, para acabar con toda la separación entre nosotros y nuestras vidas, pues nosotros somos nuestras vidas.

Al tomar la libertad y el placer para nosotros, ahora, nos convertimos en parte de la hermosa danza del caos. Nos involucramos en la mágica aventura de crear el paraíso en la tierra, ahora. La sangrienta historia del orden deja de ser la única realidad que conocemos y la belleza del caos comienza a mostrarse.

Feral Faun

Del panfleto “Discursos, ensayos y polémicas de Feral Faun”. Chaotic Endeavors, 1987

Declaración Alfredo Cospito (Juicio Scripta Manent)

El 16 de Noviembre 2017 comenzó el juicio Scripta Manent en la sala búnker de la cárcel “le Valette”, Turín. El anarquista Alfredo Cospito leyó una larga declaración sin estar presente en la sala, sometido a videoconferencia en la sección Alta Seguridad 2 de la prisión de Ferrara.


Declaración de Alfredo Cospito:

Benevento, 14 de agosto de 1878 – Turín 16 de noviembre de 2017

Juicio a los malhechores

“La unión es sólo uno de tus instrumentos, es la espada con la que aumentas el filo de tu fuerza natural; la unión existe gracias a ti. Sin embargo la sociedad reclama mucho de ti y existe también sin ti; en definitiva, la sociedad es sagrada, la unión es tuya; la sociedad te utiliza, la unión la utilizas tú”

Stirner

“Señores, el tiempo de vida es breve… si vivimos, vivamos para pisotear a los reyes”

Shakespeare, Enrique IV

“Me lamento de cada crimen que en mi vida no cometí, me lamento de cada deseo que en mi vida no satisfice”

Senna Hoy

Quiero ser lo más claro posible, que mis palabras suenen como una admisión de culpabilidad. En la medida en que sea posible pertenecer a un instrumento, a una técnica, con altivez y orgullo reivindico mi pertenencia a la FAI-FRI [1]. Con altivez y orgullo me reconozco en su historia entera. Formo parte de ella con todos sus efectos y mi contribución lleva la firma del “Núcleo Olga”.

Si esta farsa se hubiese limitado a Nicola y a mí hoy habría guardado silencio. Pero han involucrado una parte significativa de todos aquellos que en estos años nos han dado su solidaridad, entre ellos mis afectos más queridos. Llegados a este punto no puedo abstenerme de decir la mía, callando me haría cómplice del infame intento por su parte de golpear a ciegas a una parte importante del movimiento anarquista. Compañeras y compañeros llevados a rastras tras los barrotes y procesados no por lo que han hecho sino por lo que son: anarquistas. Procesados y detenidos no por haber reivindicado, como hice yo, con el acrónimo FAI-FRI, sino por haber participado en asambleas, escrito en publicaciones y blogs o simplemente por haber dado solidaridad a compañeros durante un juicio.

No haré de adalid de estos compañeros/as. En una época en que las ideas no cuentan, ser procesados y detenidos por una idea deja patente la fuerza transgresora que cierta visión de la anarquía continúa teniendo,  también dice mucho de la estructura vacía que es la democracia y las denominadas libertades democráticas. Tienen sus motivos, no lo niego, en el fondo no existen anarquistas buenos, en cada anarquista anida el deseo de arrojarlos de su asiento.

Por mi parte. no hay ninguna intención de hacer pasar la FAI-FRI por una asociación recreativa o el club de jóvenes marmotas. Quien ha hecho uso de este instrumento o, como dirían ustedes, carentes de anarquía, “quien es de la FAI-FRI” lo reivindica con la cabeza alta como mis hermanos y hermanas detenidos en el pasado, como yo mismo en Génova hace unos años y hoy en esta sala. Es nuestra historia la que lo enseña, historia que estamos pagando, jamás mártires, jamás rendidos, con años de cárcel y aislamiento en medio mundo. Quien no forma parte de ésta nuestra historia, arrastrado encadenado ante ustedes, calla por solidaridad, por afecto, por amor, por amistad, sentimientos estos impensables, incomprensibles para ustedes, servidores del Estado. Su “justicia” es imposición del más fuerte sobre el más débil. Les garantizo que en este juicio, entre los imputados, rastreros y oportunistas no hallarán.

El precio de la dignidad es incalculable, sus dones son desesperados y costosos, más allá de todo límite e imaginación, y vale la pena siempre pagar ese precio, yo estoy dispuesto a pagarlo en todo momento. Para ustedes no debería tener ninguna importancia si fui realmente yo quien puso esas bombas. Porque me siento de todas formas cómplice de esos hechos, así como de todas las acciones reivindicadas como FAI-FRI. Aún más porque las acciones de las que me acusán son todas en solidaridad con migrantes y anarquistas presos y las comparto plenamente. Cómo no sentirme cómplice cuando esas explosiones fueron para mí como destellos de luz en la oscuridad.

Por muy estúpido que les pueda parecer, para mí existe un antes y un después de la FAI. Un antes en el que estaba fanática y estúpidamente convencido de que sólo las acciones no reivindicadas tendrían una utilidad, una reproducibilidad, convencido de que la acción destructiva debía hablar necesariamente por sí misma y que todo acrónimo era el estiércol del demonio. Un tiempo después en el que, con el balazo a Adinolfi, puse en cuestión estos dogmas insurreccionalistas alcanzando a concretar estas mis nuevas convicciones en una acción. Poca cosa, diría alguien, y sería cierto si tras ese simple acrónimo no hubiese un método que podría realmente para nosotros, anarquistas de praxis, marcar la diferencia fuera y más allá de represión, represiones y salas de tribunal.

A pesar de lo limitada que haya sido mi contribución, a pesar de que haya llegado tarde, me siento cómplice en todo y para todo de los hermanos y de las hermanas que iniciaron este camino. Quiénes quiera que sean, dónde quiera que estén, espero que no me guarden rencor si hago mías sus acciones, me representan. Poco importa si no les he mirado nunca a los ojos, he leído sus palabras de fuego, las he compartido, apruebo sus acciones y eso me basta, en mí ninguna voluntad de apropiación, más bien una fuerte altiva voluntad de compartir responsabilidad. Jueces, me habría gustado escupirles a la cara (como hice en Génova) mi responsabilidad directa en los hechos que me imputan, pero no puedo apropiarme de méritos y honores que no son los míos, sería forzar demasiado. Deberán y deberé contentarme con la que ustedes, en su lenguaje impregnado de autoritarismo, definirían “responsabilidad política”. No desesperen, con lo buenísimos que son inventando pruebas graníticas a pesar de que sean estrambóticas y resucitando maravillosos ADN inconsistentes por su olvido en causas archivadas en el pasado, no tendrán ninguna dificultad en llevarse a casa un bonito botín de años de cárcel. Y además, si de verdad quieren saberlo, una condena me la merezco del todo, aunque sólo sea por mi adhesión a la FAI-FRI, adhesión a un método, no a una organización, por no hablar encima de mi firme concreta voluntad de destruirlos y de destruir todo lo que representan.

Han atacado a lo loco a mis afectos más queridos, parentescos, amistades, de forma despiadada. Los escrúpulos morales no son su fuerte, han extorsionado, amenazado, usado el alejamiento de niños de sus madres y padres como instrumento de coerción y chantaje. Compañeras y compañeros que nada tienen que ver con la FAI-FRI llevados a rastras ante ustedes con acusaciones y pruebas banales. Uno de los motivos, no el principal, por el que reivindiqué la FAI-FRI fue el de no exponer al movimiento anarquista a una fácil criminalización.

Hoy me encuentro nuevamente en un tribunal contrarrestando su represalia, su mezquino intento de poner en el banco de acusados a “Croce Nera”, periódico histórico del movimiento anarquista que, con sus altos y bajos, desde los años sesenta desarrolla su papel de apoyo a los prisioneros de guerra anarquistas. En sus delirios fascistoides intentan hacer pasar “Croce Nera” por órgano de prensa de la FAI-FRI.

No habían llegado a tanto ni siquiera en 1969 en plena campaña antianarquista. En esa época sus colegas, una vez conseguida la libra de carne humana con el asesinato del fundador de la Cruz Negra italiana, Pinelli, se limitaron a la incriminación individualizada de compañeros por hechos específicos, sabemos todos cómo acabo después la cosa. Hoy que la sangre escasea no se limitan a las acusaciones específicas de cuatro compañeros, sino que van más allá, hasta llegar a criminalizar una franja entera del movimiento. Todos aquellos que forman parte de la redacción de “Croce Nera”, que han escrito en ella o que incluso sólo han asistido a sus presentaciones públicas, en su óptica inquisitorial forman parte todos de la FAI-FRI. Mi orgullosa participación en la redacción de “Croce Nera” y de otros periódicos anarquistas no hace de estas publicaciones órganos de prensa de la FAI-FRI. Mi participación es individual, cada anarquista es una mónada, una isla aparte, su contribución es siempre individual. Me valgo del instrumento FAI-FRI sólo para hacer la guerra. El uso de este instrumento, la adhesión al método que conlleva, no involucra toda mi vida de anarquista, no involucra en nada a los demás redactores de los periódicos con los que colaboro. Una característica de mi anarquía es lo multiforme de las prácticas puestas en escena, todas bien distintas. Yo respondo sólo por mí, cada cual responde por sí mismo. No me interesa conocer a quien reivindica con el acrónimo FAI-FRI, con ellos me comunico sólo a través de las acciones y de las palabras que las siguen. Considero contraproducente conocerles personalmente y ni siquiera voy a buscarles, mucho menos para hacer un periódico juntos.

Mi vida de anarquista, también aquí en prisión, es mucho más compleja y diversa que un acrónimo y que un método, lucharé hasta el extremo a fin de que el cordón umbilical que me liga al movimiento anarquista no sea cercenado por el aislamiento y por sus cárceles. Métanselo bien en la cabeza,l a FAI-FRI, sin desmerecer la contrainformación, no edita periódicos. ni blogs. No necesita espectadores, fanáticos ni especialistas de la contrainformación, no basta con mirarla con simpatía para formar parte de ella, es necesario ensuciarse las manos con las acciones, arriesgar la vida, ponerla en juego, creérselo verdaderamente. Incluso cabezas maltrechas por el autoritarismo, como las suyas, deberían haberlo comprendido, de la FAI-FRI sólo forman parte los anónimos hermanos y hermanas que atacan usando ese acrónimo y los presos/as anarquistas que reivindican su pertenencia, lo demás son generalizaciones e instrumentaciones concebidas para la represión.
Aprovecho ahora la ocasión que con este juicio me dan para quitarme la mordaza asfixiante de la censura y decir la mía sobre temas que me atenazan con la esperanza de que mis palabras puedan llegar, más allá de estos muros, a mis hermanos y hermanas.

Mi “comunidad de pertenencia” es el movimiento anarquista con todas sus componentes y contradicciones. Ese mundo rico y variado en el que he vivido los últimos treinta años de mi vida, vida que no cambiaría por ninguna otra. He escrito en periódicos anarquistas, continúo escribiendo en ellos, he participado en manifestaciones, enfrentamientos, ocupaciones, he realizado acciones, he practicado la violencia revolucionaria. Mi “comunidad de referencia” son todos aquellos hermanos y hermanas que usan el método FAI-FRI para comunicarse, en mi caso, sin conocerse, sin organizarse, sin coordinarse, sin ceder libertad alguna. Jamás he confundido los dos planos, la FAI-FRI es simplemente un instrumento, uno de tantos a disposición de los/as anarquistas. Un instrumento únicamente para hacerla guerra. El movimiento anarquista es mi mundo, mi “comunidad de pertenencia”, el mar en que nado. Mi “comunidad de referencia” son los individuos, núcleos de afines, las organizaciones informales (coordinaciones de varios grupos) que se comunican, sin contaminarse, a través del acrónimo FAI-FRI hablándose por medio de las reivindicaciones que siguen a las acciones. Un método éste que dota incluso a mí anticivilización, antiorganización, individualista, nihilista, unir fuerzas con otros individuos anarquistas, organizaciones informales (coordinaciones de varios grupos), núcleos de afines, sin ceder su libertad, sin renunciar a mis personales convicciones y tendencias: me defino anticivilización porque creo que el tiempo de que disponemos es limitadísimo antes de que la tecnología, tomando consciencia de sí misma, domine a la raza humana.

Me defino antiorganización porque me siento parte de la tradición antiorganización ilegalista del movimiento anarquista; creo en las relaciones fluidas, libres, entre anarquistas, creo en el libre acuerdo, en la palabra dada. Me defino individualista porque por mi naturaleza no podría delegar jamás poder y decisiones a otros, jamás podría formar parte de una organización por informal o específica que sea.

Me defino nihilista porque he renunciado al sueño de una futura revolución por la revuelta ahora, ya. La revuelta es mi revolución y la vivo cada vez que me enfrento con violencia a lo existente. Creo que nuestra tarea principal hoy es la de destruir. Gracias a las “campañas de lucha” de la FAI-FRI me regalo la posibilidad de potenciar, volviéndola más incisiva, mi acción. “Campañas de lucha” que deben necesariamente rebosar de acciones que llaman a más acciones, no por convocatorias o asambleas públicas, cortando así de raíz mecanismos políticos de autoridad de los que las asambleas del movimiento están llenas. La única palabra que cuenta es la de quien golpea concretamente. El método asambleario, a mi parecer, es un arma sin filo para hacer la guerra, inevitable y fructífera en otros ámbitos. Adhiriéndome con mis fuerzas a las “campañas de lucha” de la FAI-FRI, en mi caso como individualista sin formar parte de ninguna organización informal (coordinación de varios grupos), usufructo de una fuerza colectiva que es algo más y diferente que la simple suma matemática de las respectivas fuerzas desatadas por los respectivos grupos afines, individuos y organizaciones informales. Esta “sinergia” actúa de modo tal que “el todo”, la FAI-FRI, sea algo más que la suma de los sujetos que la componen. Todo ello salvaguardando su autonomía individual gracias a la falta total de ligámenes directos, conocimiento, de los grupos y organizaciones informales e individualidades anarquistas que firman con ese acrónimo.

Nos dotamos de un acrónimo en común para dar la posibilidad a los individuos, grupos, organizaciones informales de adherirse y reconocerse en un método que salvaguarda de forma total sus propios proyectos particulares, quien reivindica como FAI-FRI se adhiere a ese método. Nada ideológico y político, sólo un instrumento (reivindicación a través de un acrónimo) producto de un método (comunicación entre individuos, grupos, organizaciones informales mediante las acciones) que tiene el objetivo de reforzar el momento de la acción sin homologar, allanar. El acrónimo es importante, garantiza una continuidad, estabilidad, constancia, crecimiento cuantitativo, una historia reconocible pero en realidad la auténtica fuerza, lo que lo cambia todo, consiste en el método simple, lineal, horizontal, absolutamente anarquista de la comunicación directa a través de las
reivindicaciones sin intermediarios, sin asambleas, sin conocerse, sin exponerse excesivamente a la represión, comunica sólo quien actúa, quien se la juega con la acción. Es el método la auténtica innovación. El acrónimo se vuelve contraproducente si rebasa el cometido para el que ha nacido, es decir reconocerse como hermanos y hermanas que adoptan un método. Ahí todo. La práctica es nuestro reactivo, es en la práctica como se prueba la eficacia de un instrumento. Es necesario tener en cuenta que la experiencia FAI-FRI, en continua evolución, nos pone ante transformaciones repentinas, caóticas; no es necesario quedarse descolocados ante ellas. El inmovilismo y el estatismo representan la muerte, nuestra fuerza es la exploración de nuevos caminos. El futuro de esta experiencia no está, ciertamente, en una mayor estructuración, sino en el intento, lleno de perspectivas, de colaboración entre anarquistas individuales, grupos de afines, organizaciones informales, sin que nunca se contaminen entre sí. Las instancias de coordinación deben permanecer dentro de la respectiva organización informal, entre los respectivos grupos o núcleos que la componen, sin desbordarse al exterior, sin involucrar las otras organizaciones informales FAI-FRI y, sobre todo, a los grupos y anarquistas individuales FAI-FRI que de lo contrario verían minada desde la base su autonomía, su libertad, el propio sentido de su actuar fuera de organizaciones y coordinaciones. Sólo así, si se crean dinámicas autoritarias dentro de un grupo, de una organización, quedarán circunscritas a allí donde han nacido, evitando el contagio. No existe un todo único, no existe una organización llamada FAI-FRI, existen individuos, grupos afines, organizaciones informales, todas bien distintas que se comunican a través del acrónimo FAI-FRI, sin nunca entrar en contacto entre sí. Se ha escrito y dicho mucho sobre las dinámicas internas de los grupos de afinidad, sobre la organización informal y la acción individual. La comunicación entre estas prácticas, por el contrario, nunca se ha explorado, nunca se ha tomado en consideración. La FAI-FRI es el intento de poner en práctica esta comunicación. Acciones individuales, grupos de afinidad, organizaciones, forman de hecho todos en conjunto parte de esos instrumentos de los que históricamente se han dotado los anarquistas. Cada uno de estos instrumentos tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El grupo de afinidad une la velocidad operativa, debida al gran conocimiento entre los afines, con una cierta potencia debida a la unión de varios individuos. Sus grandes cualidades: libertad del individuo garantizada y notable resistencia a la represión. Cualidades debidas al exiguo número de afines y al gran afecto y amistad que necesariamente les liga. La organización, en nuestro caso informal (coordinación de varios grupos), garantiza una fuerte disponibilidad de medios y fuerza, pero una vulnerabilidad elevada debida a la necesaria coordinación (conocimiento) entre grupos o núcleos, golpeado uno se arriesga el “efecto dominó”, caen todos. Desde mi punto de vista la libertad individual se enfrentará por fuerza mayor con los mecanismos decisorios colectivos (“reglas” de funcionamiento de la organización).

Este aspecto representa una drástica reducción de libertad y autonomía indigerible para un anarquista individualista. La acción individual garantiza una velocidad operativa elevada, una impredecibilidad muy alta, una fuertísima resistencia a la represión, y sobre todo, una total libertad. El individuo no debe rendir cuentas a nada ni a nadie, salvo a su propia conciencia. Un gran defecto: la baja potencialidad operativa, se dispone con seguridad de menos medios y de posibilidades de llevar adelante operaciones complejas (cosa que por el contrario una organización informal, si hay voluntad y firmeza, puede hacer con cierta facilidad). Experimentar la repetición entre maneras de moverse tan radicalmente diferentes, ésta es la innovación, la novedad capaz de descolocar y de volvernos peligrosos. Ninguna ambigua mescolanza, grupos, individuos, organizaciones informales, no deben jamás entrar en contacto directo. A cada cual lo suyo, los híbridos nos debilitarían. Unidos más que por un acrónimo, por un método. La FAI-FRI proporciona la manera de unir fuerzas sin que se desnaturalicen mutuamente. Ningún moralismo o dogmatismo, cada cual se relaciona libremente como quiere, probablemente será la mezcla de todo esto lo que marcará la diferencia.
Ninguna coordinación fuera de la respectiva organización informal (porque la coordinación incluye el conocimiento físico entre todos los grupos y organizaciones volviéndolos permeables a la represión), ninguna superestructura homologante, hegemónica, que aplaste individuos o grupos afines. Quien experimenta en su propia actuación la organización informal no debe imponer fuera de ella su manera de moverse, así como los respectivos individuos de acción, y los grupos de afinidad “solitarios”, no deben clamar traición a la idea si hermanos y hermanas actúan en formaciones compactas y organizadas. Naturalmente éste es sólo mi punto de vista y vale para lo que vale.

Para bien acabar les diré que en su código penal me meo con despreocupación y alegría. Poco importa qué decidirán en lo que a mi respecta, mi destino permanecerá bien firme entre mis manos. Tengo buenas espaldas, o al menos creo tenerlas, y su cárcel y su aislamiento no me dan miedo, estoy listo para afrontar sus represalias. Jamás domado, jamás rindiéndome.

Larga vida a la FAI-FRI
Larga vida a la CCF [2]
¡Muerte al Estado!
¡Muerte a la civilización!
¡Viva la Anarquía!

Alfredo Cospito


[1] Federación Anarquista Informal – Frente Revolucionario Internacional

[2] Conspiración de Células de Fuego

La maquinaria del control: una mirada crítica hacia la tecnología

“Criticar la tecnología (…) significa componer el cuadro general, mirarla no como un simple conjunto de máquinas, sino antes como una relación social, como sistema; significa comprender que un instrumento tecnológico refleja la sociedad que lo ha producido y que su introducción modifica las relaciones entre los individuos. Criticar la tecnología significa rechazar la subordinación de cada actividad humana a los tiempos de la ganancia”.

Ai Ferri Corti

La tecnología no se desarrolla en el vacío, independientemente de las relaciones sociales del orden. Es el producto de un contexto, e inevitablemente, refleja este contexto. Por lo tanto, decir que la tecnología es neutral, no tiene fundamento. No puede ser más o menos neutral que los otros sistemas diseñados para garantizar la reproducción del orden social existente —el gobierno, el intercambio de mercancías, el matrimonio y la familia, la propiedad privada…— por lo tanto, un análisis revolucionario serio debe necesariamente incluir una aproximación crítica sobre tecnología.

Por tecnología no me refiero simplemente a herramientas, máquinas, o incluso “un conjunto de máquinas” como entidades individuales, sino más bien a un sistema integrado de técnicas, máquinas, personas y materiales, diseñado para reproducir las relaciones sociales que se prolongan y hacer avanzar su existencia. Para que quede claro desde el principio, no estoy diciendo que la tecnología produzca relaciones sociales, sino más bien que está diseñada para reproducirlas de acuerdo a las necesidades del sistema dominante.

Antes de que el capitalismo llegara a dominar las relaciones sociales, las herramientas, las técnicas e incluso algunas máquinas habían sido creadas y aplicadas a tareas específicas. Hubo incluso algunas aplicaciones sistemáticas de técnicas y de maquinaria que podrían ser consideradas tecnológicas en el completo sentido de la palabra. Es interesante señalar que estas posteriormente fueron aplicadas más completamente en donde el poder necesitaba un estricto orden — en monasterios, en las cámaras de tortura de la Inquisición, en los barcos de esclavos, en la creación de monumentos al poder, en las estructuras burocráticas, militares y policiales de los imperios poderosos como la China dinástica. Pero estas permanecieron en gran parte como elementos aislados a la gran mayoría de la gente común, quienes tendían a utilizar las herramientas y técnicas que ellas/os crearon por sí mismas/os, de forma individual o dentro de su comunidad.

Con el surgimiento del capitalismo, a la necesidad de la extracción y la explotación de recursos a gran escala, le siguió la expropiación sangrienta y despiadada de todo lo que antes fue compartido en comunidad, por la nueva clase dominante capitalista en desarrollo (un proceso que fue extendido internacionalmente a través de la construcción de imperios coloniales) y el desarrollo de un sistema tecnológico cada vez más integrado, que permitió la máxima eficiencia en el uso de los recursos incluyendo la mano de obra. Los objetivos de este sistema fueron el incremento de la eficiencia en la extracción y aprovechamiento de los recursos y el aumento del control sobre las/os explotadas/os.

Las primeras aplicaciones de las técnicas industriales fueron en barcos mercantes y de guerra, y en las plantaciones. El último caso fue, de hecho, un nuevo sistema de cultivo a gran escala con fines de lucro, que se pudo desarrollar en el tiempo debido a la expropiación de los campesinos en Europa —especialmente en Gran Bretaña— que proporciona un conjunto de sirvientes y criminales condenados a trabajos forzados, en conjunto con la expansión del comercio de los esclavos africanos, a los cuales se les sacó de sus hogares y se les forzó a la servidumbre. El primer caso, fue también en gran parte basado en la expropiación de las clases explotadas — muchas/os de los cuales se encontraron a sí mismo secuestradas/os y obligadas/os a trabajar en los barcos. El sistema industrial impuesto en estos contextos no se basaba en un ensamblado de máquinas de manufacturación como método para coordinar del trabajo en el que las/os trabajadoras/os eran los engranajes de la máquina y si uno fallaba en su parte, ponía en riesgo a toda la estructura del trabajo.

Pero habían aspectos específicos de este sistema que lo amenazaban. El sistema de plantación, al reunir varios grupos de desposeídos con diferentes conocimientos y experiencias, permitió interacciones que podrían servir de base para asociaciones ilegales y para compartir la revuelta. Los marineros que vivían como esclavos en los barcos también proporcionaban un medio de comunicación entre los diferentes lugares, creando una especie de internacionalismo entre desposeídos. Informes sobre asociaciones ilegales e insurrecciones en las costas del Atlántico Norte en los siglos XVII y XVIII, involucrando a desposeídos de todas las razas y con poca evidencia de racismo, son fuente de inspiración, pero esto también obligó al capitalismo a desarrollar aún más sus técnicas. Una mezcla de ideología racial y de división del trabajo fue usada para crear divisiones entre los esclavos negros y sirvientes de la vieja Europa. Además, aunque el Capital no podría existir sin el transporte de mercancías y recursos, este comenzó a poner énfasis en la transformación de recursos en mercancías para la venta a gran escala, tanto por razones económicas como sociales.

La dependencia de las/os artesanas/os para manufacturar en pequeña escala era de varias formas peligroso para el Capital. Económicamente, era lento e ineficiente, y no dejaba suficientes ganancias en las manos de la clase dominante. Pero más importante, la relativa independencia de los artesanos les hizo ser más difíciles de controlar. Ellas/os determinaban su tiempo, su ritmo de trabajo y así sucesivamente. Por lo tanto, el sistema de fábricas, que ya había demostrado su eficacia en los barcos y en las plantaciones, se aplicó, asimismo, en la producción de bienes.

Así, el sistema industrial no fue desarrollado solo (o al menos primeramente) porque era la manera más eficiente para producir bienes. Los capitalistas no están particularmente interesados en la producción de bienes como tales. Por el contrario, ellas/os producen bienes simplemente como una parte necesaria del proceso de expansión del Capital, generando ganancias y manteniendo su control sobre la riqueza y el poder. Por lo tanto, el sistema fabril —esta integración de técnicas, máquinas, herramientas, personas y recursos, que es la tecnología tal como la conocemos— fue desarrollado como medio de control hacia la parte más impredecible del proceso de producción — el trabajador humano. La fábrica es, de hecho, establecida como una enorme máquina, con cada parte —incluyendo las partes humanas— totalmente interconectada con cada acción de las demás partes. A pesar de que el perfeccionamiento de este proceso tuvo lugar a lo largo del tiempo, a medida que la lucha de clases mostró las debilidades en el sistema, este objetivo central fue desde el principio inherente a la tecnología industrial, porque esta era la razón que estaba detrás de esta tecnología. Los ludditas percibieron esto y esta fue la fuente de su lucha.

Si reconocemos que la tecnología desarrollada en el capitalismo lo fue precisamente para mantener y aumentar el control de la clase dominante capitalista sobre nuestras vidas, no hay nada sorprendente en el hecho de que los avances técnicos, que no fueron respuestas específicas a la lucha de clases en el lugar de trabajo, hayan ocurrido por sobre todo en el campo de la técnica militar y policial. La cibernética y la electrónica proporcionan los medios de acopio y almacenamiento de información, llegando a niveles nunca antes conocidos, permitiendo una vigilancia mucho mayor hacia una población mundial cada vez más empobrecida y potencialmente rebelde. También permiten la descentralización del poder sin ningún tipo de pérdida de control por parte de los amos — el control se encuentra precisamente en los sistemas tecnológicos desarrollados. Obviamente, la extensión de la red de control sobre el cuerpo social completo también significa que es muy frágil. Los puntos débiles están en todas partes, las/os rebeldes son creativos y los encontrarán. Pero la necesidad de un mayor control posible lleva a los líderes a aceptar estos riesgos, esperando ser capaces de corregir los puntos débiles lo más pronto posible.

Así, la tecnología, tal como la conocemos, este sistema industrial de técnicas, maquinaria, personas y recursos integrados, no es neutral. Se trata de una herramienta específica, creada según los intereses de la clase dominante, que nunca fue destinada para satisfacer nuestras necesidades y deseos, sino más bien para mantener y ampliar el control del orden dominante.

La mayoría de los anarquistas reconocen que el Estado, la propiedad privada, el sistema de mercado, la familia patriarcal y la religión organizada son instituciones inherentemente dominantes, sistemas que deben ser destruidos si queremos crear un mundo en el que todos seamos libres de determinar nuestras vidas como se nos plazca. Por tanto, es extraño que el mismo razonamiento no sea aplicado con el sistema tecnológico industrial. Incluso en esta época, cuando las fábricas no dejan lugar a ningún tipo de iniciativa individual, en la que las comunicaciones son dominadas por gigantescos sistemas y redes accesibles de cualquier agencia policial, los cuales determinan cómo se pueden utilizar, en que el sistema tecnológico como un todo necesita de gente con un poco más que manos y ojos, trabajadores de mantenimiento y de inspectores de control de calidad, aun hay anarquistas que quieren “tomar el control sobre los medios de producción”. Pero el sistema tecnológico que conocemos es en sí mismo parte de las estructuras de dominación. Fue creado para controlar con mayor eficacia a las/os explotadas/os por el Capital. Con el fin de recuperar nuestras vidas, al igual que el Estado, como con el Capital mismo, es necesario que este sistema tecnológico sea destruido con el fin de recuperar nuestras vidas. Lo que esto significa, con respecto a las herramientas y técnicas específicas, serán determinadas en el curso de nuestra lucha contra el mundo de la dominación. Pero, precisamente con el objeto de abrir el camino para la posibilidad de crear lo que deseamos en libertad, la maquinaria de control tendrá que ser destruida.

Wolfi Landstreicher

Los jefes (Fragmento)

No hay que ser masa, esto es, no hay que participar de los prejuicios, de las preocupaciones, de los errores, de las costumbres de las multitudes inconscientes. La masa tiene la firme creencia de que es necesario un jefe o un caudillo que esté a la cabeza, que la conduzca hacia su destino, que la lleve a la tiranía o a la libertad, la cuestión es que la guíe con caricias o salivazos, por la buena o por la mala.

Esta costumbre, tan arraigada en el ser humano, es fuente de inagotables males para la causa de la redención de la especie humana. La vida, la honra, el bienestar, el porvenir, la libertad, todo es puesto en las manos del hombre que la hace de jefe. Es el jefe el que tiene que pensar por todos, es el jefe el encargado del bienestar y la libertad de la masa en general y del individuo en particular; de lo que resulta que los millones de cerebros de la masa, no piensan, pues, el jefe es el encargado de pensar por todos. Esto da lugar a que las masas se vuelvan pasivas, de que no salga de ellas ninguna iniciativa, y de que lleven a rastras una existencia de rebaño, halagado por los políticos y los aspirantes a puestos públicos en tiempos de elecciones, para apalearlo cuando éstas han pasado; engañando con promesas por los ambiciosos, en tiempos de acción revolucionaria, para premiar sus sacrificios con puntapiés después de la victoria.

No hay que ser masa; hay que ser conjunto de individualidades pensantes, unidas entre sí para conseguir fines comunes a todos; pero que cada uno, sea hombre o sea mujer, piense con su propia cabeza, que cada uno haga esfuerzos para dar su opinión sobre lo que es preciso hacer para alcanzar el logro de nuestras aspiraciones, que nos son otras que la libertad de todos fundada en la libertad de cada uno.

Ricardo Flores Magón

Periódico Regeneración, 15 de Junio de 1912.