No escribimos esto para comenzar un debate dentro del movimiento antiespecista (el cual está muerto y enterrado bajo el peso de su palabrería, sus autoproclamados portavoces y su retórica filosófica) sino para destacar el hecho de que hay individualidades en el movimiento por la liberación animal que son guiadas por una tensión revolucionaria, que quieren volverse contra la explotación animal.

Aunque el veganismo [1] puede ser visto como un rechazo del sufrimiento metódico y la explotación de animales, y por lo tanto como una manera de no ser cómplices de quienes los masacran sistemáticamente, pensamos que es solo un primer paso hacia lo que consideramos una trayectoria para la liberación de los animales y contra todas las formas de dominación. Una y otra vez vemos una tendencia, como si el veganismo fuese un medio para la liberación animal, pero que solo se refiere al poder simbólico y social de la carne y de otros productos de origen animal. Nadie puede creer que su dieta haya causado un daño fatal a la industria que explota animales; de hecho el veganismo actúa contra el imaginario colectivo.

Ser veganes (aunque ético) y pensar que de esta manera alguien puede poner fin a la explotación animal e incluso LIBERAR a otros animales es engañoso y peligroso, porque
es un intento de pacificar la resistencia.

Es lo mismo que pensar que abstenerse de votar puede subvertir el sistema. Si no votamos es porque hemos decidido no delegar nuestras elecciones y nuestras vidas a nadie. Si no votamos es porque rechazamos este sistema. Pero creer que simplemente con no votar podemos inclinar la balanza a nuestro favor sería ingenuo.

En vez de encender nuevas chispas, apagan de un soplo la débil llama de la acción revolucionaria por la liberación animal, extinguiéndola al proponer el veganismo como un acto político de oposición. Aunque es un acto de conciencia y de coherencia con la conciencia de una misma, entendida como la percepción de la realidad que nos rodea, no es un gesto de revuelta. Es el rechazo de la práctica de la explotación, no una resistencia real, que inevitablemente afecta a la gama de opciones alimentarias y por esta razón puede ser absorbido por el sistema capitalista. El único camino para salir de este callejón sin salida es crear un conflicto irrecuperable, el cual solo se puede lograr si el análisis de la dinámica del dominio, hacia cierto tipo de explotación, conduce a la identificación, no solo de las estructuras, sino también de los roles que construyen y mantienen su poder (económico y social) sobre la explotación, y golpeando el mecanismo capitalista que produce la destrucción de los animales. [2]

El potencial revolucionario de la causa animal se materializará si somos capaces de afrontarlo con los instrumentos adecuados: la liberación animal considera la explotación animal un primer paso hacia el desafío complejo de un sistema autoritario más amplio.
Uno de los puntos fuertes del movimiento de liberación animal ha sido siempre el de defender las prácticas radicales, creando un alto nivel de conflictividad con los
considerados responsables de la explotación animal, conflictividad permanente capaz de limitar la recuperación de ciertas prácticas por parte de las instituciones. La lucha por la liberación animal siempre ha apoyado abiertamente cualquier ataque perpetrado contra aquellos que fueron identificados como responsables de perpetrar la esclavitud de otros animales. Es una lucha que ve a las instituciones como las primeras formas que garantizan el especismo y el antropocentrismo, como legitimadores de nuestra propia aniquilación individual y de la de otros individuos, y por eso la lucha nunca entrará en diálogo con los que hablan un idioma diferente. [3]

En este sentido, ningún proceso de comercialización o captación de consumidores será capaz jamás de transformar una lucha radical en una moda, y menos aún en los productos de supermercados y restaurantes (importa poco si las empresas son veganas o no, ya que rechazamos el rol del consumidor independientemente de eso). Es ingenuo pensar que la palabra “vegano” expresa la ausencia de crueldad: nada está desprovisto de explotación en esta sociedad. Nadie puede abandonar el mundo en el que vivimos. Ni siquiera una persona vegana que no va a comprar a los supermercados. Tanto si apoyamos el genocidio como si luchamos contra él. No hay alternativas. Nadie puede desertar, ni siquiera a través de la elección cuidadosa de los productos que compra.

Es imposible permanecer en silencio, de lo contrario nos convertimos en cómplices. Es posible denunciar, pero al hacerlo no se ha escapado todavía. Además de la denuncia está el ataque contra las personas y las estructuras responsables del genocidio. Desarrollando el concepto ético del que parte la lucha antiespecista llegamos a un auténtico conflicto revolucionario contra aquellos que nos oprimen y dominan. [4]

Debemos dirigir nuestra mirada hacia un mundo donde ni siquiera queden los escombros de todos los lugares de producción (de toda la producción, incluyendo la producción vegana libre de crueldad), un mundo donde no habrá más productos eco-friendly (inteligentes, sostenibles, solidarios) porque ya no habrá productores.
Y ese mundo no es posible si primero no destruimos el mundo en el que nos encontramos.

Pero para eso necesitamos restaurar la dignidad de la lucha por la liberación animal y colocarla dentro de una trayectoria revolucionaria (no en un sentido filosófico sino en el sentido de las prácticas radicales), donde las ideas y la acción directa estén estrictamente conectadas y se vuelvan el suelo fértil para otras trayectorias de conflictividad permanente.

Si la preocupación más importante del movimiento antiespecista es que la fina línea de separación que ciertamente existe entre el “veganismo ético” y el “veganismo alimentario” sea clara y obvia, entonces los visones, las perdices, las codornices, los jabalíes, los faisanes, etc. tendrán que encontrar alguna clase de conflicto autónomo y escapar por sí mismos. Porque el veganismo ético está más preocupado de su pureza
ideológica que de la acción directa y la creación de una cultura de apoyo y difusión de ésta.

Mononoke

PD: Si supermercados y herbolarios ofrecen una variedad de productos sin carne, entonces sugerimos que los roben.

NOTAS:

[1] No somos filósofos ni tenemos interés en discutir las distinciones dentro del veganismo; creemos que es irrelevante para nuestros argumentos.
[2] A. Bonanno ‘Di quale natura parliamo?’ [¿De qué naturaleza estamos hablando?] Ed. Anarchismo 2015.
[3] Animal Liberation Gathering 2015.
[4] Ver nota 2.

*Artículo original aparecido en italiano. Portal Informa-Azione.