1
El individualismo anarquista tal como lo entendemos -y lo digo porque un puñado sustancial de amigos piensan esto como yo- es hostil a toda escuela y a todo partido, a toda moral eclesiástica y dogmática, así como cada imbecilidad más o menos académica. ¡Toda forma de disciplina, gobierno y pedantería es repulsiva para la nobleza sincera de nuestra vagabunda y rebelde inquietud!
El individualismo es, para nosotros, fuerza creativa, juventud inmortal, belleza exaltante, guerra redentora y fructífera. Es la maravillosa apoteosis de la carne y la trágica epopeya del espíritu. Nuestra lógica es la de no tener ninguna. ¡Nuestro ideal es la negación categórica de todos los otros ideales para el mayor y supremo triunfo de la vida actual, real, instintiva, temeraria y alegre! Para nosotros, la perfección no es un sueño, un ideal, un enigma, un misterio, una esfinge, sino una realidad vigorosa y poderosa, luminosa y palpitante. Todos los seres humanos son perfectos en sí mismos. Todo lo que les falta es el heroico coraje de su perfección. Desde el momento en que los seres humanos creyeron por primera vez que la vida era un deber, un llamado, una misión, ha significado vergüenza por su poder de ser, y al seguir fantasmas, se han negado a sí mismos y se han distanciado de lo real. Cuando Cristo dijo a los seres humanos: «¡sean ustedes mismos, la perfección está en ustedes!» lanzó una excelente frase que es la síntesis suprema de la vida.
Es inútil que los fanáticos, los teólogos y los filósofos hagan todo lo posible con sofismas engañosos y dialécticos para dar una interpretación falsa de las palabras de Cristo. Pero cuando Cristo habla de esta manera a los seres humanos, rechaza todo su llamado a la renuncia, a una misión y a la fe, y todo el resto de su doctrina se derrumba miserablemente en el barro, derribado por él mismo. Y aquí, y solo aquí, está la gran tragedia de Cristo. Dejen que los seres humanos abran sus ojos brumosos en el sol cegador de esta verdad, y se encontrarán cara a cara con su redención verdadera y risueña.
Esta es la parte ética del individualismo, ni románticamente mística ni idealisticamente monástica, ni moral ni inmoral, sino amoral, salvaje, furiosa y guerrera, que mantiene sus raíces luminosas voluptuosamente arraigadas en el perianto fosforescente de la naturaleza pagana, y su follaje verde descansando en la boca morada de la vida virgen.
2
A toda forma de sociedad humana que intente imponer renuncias y penas artificiales sobre nuestro yo anárquico y rebelde, sediento de expansión libre y exultante, responderemos con un aullido de dinamita rugiente y sacrílega.
A todos esos demagogos de la política y de la filosofía que llevan en sus bolsillos un hermoso sistema creado al hipotecar un rincón del futuro, respondemos con Bakunin: ¡Torpes y débiles! Todos los deberes que les gustaría imponernos los pisotearemos furiosamente bajo nuestros pies sacrílegos. Cada fantasma sombrío que colocarían ante nuestros ojos, ávidos de luz, los destrozaremos furiosos con nuestras manos atrevidas y profanas. Cristo se avergonzó de su propia doctrina y la rompió primero. Friedrich Nietzsche temía a su superhombre y lo hizo morir en medio de sus agonizantes animales, implorando piedad al hombre superior. Pero no tenemos miedo ni nos avergonzamos del ser humano liberado.
Exaltamos a Prometeo, el ladrón sacrílego que robó la chispa eterna del cielo de Jove para animar al hombre de barro, y glorificamos a Hércules, el héroe poderoso y liberador.
3
La naturaleza pagana ha colocado un Prometeo en la mente de cada ser humano mortal, y un Hércules en el cerebro de cada pensador. Pero la moral, esa repugnante hechicera de los filósofos, los pueblos y la humanidad, ha glorificado y santificado al buitre exaltándolo como justicia divina, y la justicia divina, que Comte humanizó, ha condenado al Héroe.
El labrador y el pensador han temblado antes de que fantasma y coraje se hayan derrotado bajo el enorme peso del miedo. Pero el individualismo anarquista es una antorcha brillante y fatal que arroja luz a la oscuridad en el reino del miedo y pone en fuga los fantasmas de la justicia divina que Comte humanizó.
El individualismo es la canción libre y sin restricciones que vuelve a conectar al individuo al pandinamismo eterno y universal, que no es ni moral ni inmoral, pero eso es todo: ¡Naturaleza y Vida! ¿Qué es la vida? Profundidades y cimas, instinto y razón, luz y oscuridad, barro y belleza, alegría y tristeza. Negación del pasado, dominación del presente, nostalgia y anhelo del futuro. La vida es todo esto. Y todo esto también es individualismo.
¿Quién busca escapar de la vida? ¿Quién se atreve a negarla?
4
La Revolución Social es el despertar repentino de Prometeo después de una caída en un desmayo causado por el buitre asqueroso que le destroza el corazón. Es un intento de autoliberación. Pero las cadenas con las que el siniestro dios Jove lo hizo encadenar en el Cáucaso por el repugnante sirviente Vulcano no puede romperse excepto por el héroe rebelde Titánico, hijo del mismo Jove (1).
Los niños rebeldes de esta humanidad pútrida que ha encadenado a los seres humanos en el lodo dogmático de las supersticiones sociales nunca perderán el golpe de nuestro tremenda hacha sobre los oxidados eslabones de esta odiosa cadena.
Sí, los individualistas anarquistas estamos a favor de la Revolución Social, pero a nuestro modo, ¡se entiende!
5
La revuelta del individuo contra la sociedad no está dada por la de las masas contra los gobiernos. Incluso cuando las masas se someten a los gobiernos, viviendo en la paz sagrada y vergonzosa de su renuncia, el individuo anarquista vive en contra de la sociedad porque está en una guerra interminable e irreconciliable con ella, pero cuando, en un momento histórico, llega junto con las masas en rebelión, levanta su bandera negra con ella y arroja su dinamita con ella.
El anarquista individualista está en la Revolución Social, no como un demagogo, sino como un elemento incitante, no como un apóstol, sino como una fuerza viviente, efectiva y destructiva… Todas las revoluciones pasadas fueron, al final, burguesas y conservadoras. Lo que destella en el horizonte rojo de nuestro tiempo magníficamente trágico tendrá como objetivo el feroz humanismo socialista. Nosotros, los individualistas anárquicos, entraremos en la revolución por nuestra exclusiva necesidad de prender fuego e incitar a los espíritus. Para asegurarnos de que, como dice Stirner, no se trata de una nueva revolución, sino de un crimen inmenso, orgulloso, imprudente, desvergonzado y sin conciencia que retumba con los truenos en el horizonte, y debajo del cual el cielo, hinchado de premonición, se vuelve oscuro y silencioso (2). Como Ibsen, reconozco que solo hay una revolución -que fue verdaderamente radical- … ¡Me refiero al antiguo Diluvio! Esa solamente fue seria. Pero incluso entonces, el diablo perdió lo que le correspondía: Noé asumió la dictadura. Hagamos esta revolución nuevamente, pero más a fondo. Requiere hombres reales y oradores. Entonces, si traes las aguas rugientes, te proporcionaré el barril de pólvora para volar el arca.
Ahora, dado que la dictadura será -¡ay!- inevitable en la sombría revolución global que envía su resplandor desde el este sobre nuestra negra cobardía, la tarea final de los individualistas anárquicos será volar el arca final con bombas explosivas, y al dictador final con tiros de Browning. Con la nueva sociedad establecida, ¡volveremos a sus márgenes para vivir peligrosamente como nobles criminales y audaces pecadores! Porque el individualista anárquico todavía significa renovación eterna, en el campo del arte, el pensamiento y la acción.
El individualismo anarquista todavía significa revuelta eterna contra el dolor eterno, la búsqueda eterna de nuevas fuentes de vida, alegría y belleza. Y seguiremos estando así en la anarquía.
Renzo Novatore
Escrito bajo el seudónimo de Mario Ferrento. Il Libertario vol. VXII, # 738, 739. 6 y 13 de noviembre de 1919.
Notas:
- En la mitología griega, el Káukasos era uno de los pilares que sostienen al mundo. Se afirma también que Prometeo fue encadenado a estas montañas por Zeus. Jove es otra forma de llamar a Júpiter, principal dios de la mitología romana, equivalente a Zeus en la mitología griega. (N.T)
- Acá Novatore parafrasea nuevamente a Max Stirner: Es por el crimen donde el egoísta se ha afirmado siempre y a derribado con su mano sacrílega a los santos ídolos de sus pedestales. Romper con lo sagrado, o mejor aún, romper lo sagrado, puede hacerse general. ¿A caso la revolución no es un crimen, un crimen potente, orgulloso, sin respeto, sin vergüenza, sin consciencia? ¿no se ve que retumba, como un trueno en el horizonte y que el cielo, henchido de pensamientos, se oscurece y calla? – El Único y Su Propiedad, editorial Reconstruir (Utopía Libertaria) –
Extraído del folleto “AsociAc(c)ión Ilícita. Viejos textos sobre ilegalidad desde perspectivas individuales y anárquicas”.