“El objetivo de la revolución es crear nuevos arreglos; la insurrección nos impulsa a no admitir tales arreglos, sino arreglarnos por nosotros mismos, y a no poner ninguna esperanza en «instituciones» deslumbrantes”. – Max Stirner
“No me sigas… No te guío… No camines delante de mí… No te seguiré… Haz tu propio camino… Conviértete en ti mismo.” – Prisioneros de la Conspiración Células de Fuego
“Sé que habrá un final para esta lucha entre el enorme arsenal del Estado y yo. Sé que seré vencido, que seré el más débil, pero espero poder hacerle pagar cara la victoria.” – Octave Garnier
Un día como hoy, hace más de 100 años, el 21 de abril de 1913, el anarquista ilegalista e individualista Raymond Callemin fue ejecutado en la guillotina por orden del Estado francés. En el aniversario de su ejecución escribo esto en memoria de todos los que han caído o han sido encarcelados en la guerra social.
La corriente ilegalista es una rama del anarquismo individualista. En lugar de ser explotado, forzado a trabajar para algún tirano acaudalado, el ilegalista elige robarles. Es una ética anti-trabajo para que la autonomía personal se efectúe, inmediatamente, en la vida real a través de la expropiación individual, también conocida como restitución individual.
La restitución individual adquirió notoriedad en Francia en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, dando origen a lo que se conocería como ilegalismo. Los defensores de la expropiación individual fueron anarquistas como Clement Duval y Marius Jacob. Marius Jacob robaba para financiarse a sí mismo, así como al movimiento anarquista y a otras causas. Este es el principal factor que distingue al ilegalismo de la restitución individual: los ilegalistas robaban únicamente para sí mismos. Aunque algunos ilegalistas financiaron periódicos anarco-individualistas con el producto de sus expropiaciones y dieron dinero a compañeros que lo necesitaban.
Los ilegalistas, muchos de los cuales, inspirados por Max Stirner y Friedrich Nietzsche tenían una opinión; ¿Por qué esperar a que el rebaño pasivo de la clase explotada y pobre se levantara y expropiara a los ricos? Los pobres parecían bastante satisfechos con las condiciones en las que vivían. ¿Por qué los ilegalistas tendrían que esperar a que los trabajadores explotados adquirieran conciencia revolucionaria? ¿Por qué seguir viviendo explotados y trabajando hasta la muerte mientras esperan una futura revolución social que quizá nunca llegue? Los anarquistas ilegalistas no tenían fe en la lucha obrera, así que decidieron contraatacar y robar a los ricos, fue una inclinación puramente egoísta.
Stirner los habría llamado “egoístas conscientes”, expropiando sus vidas para sí mismos, sin pedir permiso para existir. Se negaron a ser esclavos de los amos y del Estado. ilegalistas eligieron robar mediante una deliberada revuelta contra la sociedad.
Los ilegalistas ácratas robaron, dispararon, apuñalaron, falsificaron dinero y provocaron uno que otro incendio por toda Europa, pero sobre todo en Francia, Bélgica e Italia. Hubo tiroteos con la policía. Largas condenas de cárcel y ejecuciones.
Uno de esos grupos anarco-ilegalistas sería inmortalizado como “La banda Bonnot”.
Raymond Callemin nació en Bélgica, fue socialista mas se hizo anárquico tras desilusionarse del reformista Partido Socialista Belga. Influido por el anarquismo, Raymond abandona el partido junto con Victor Serge y Jean De Boe, igualmente desilusionados con el socialismo electoral. Juntos publican un periódico anarquista individualista, “Le Revolte”, totalmente hostil a sindicatos y partidos, además tenía afinidad con la “insurrección permanente en contra de la burguesía”.
Octave Garnier, huido de Francia, se establece en Bélgica para evitar ser reclutado por el ejército. Ya había cometido varias expropiaciones contra adinerados, por lo que había pasado un tiempo en prisión. Se inició en el sindicalismo, pero no tardó en sentir repugnancia por los dirigentes sindicales, que eran como patrones que utilizan y manipulan a los trabajadores a su conveniencia. Se unió entonces a las filas anarquistas. Al no poder ejercer su profesión, para sobrevivir se vio obligado a realizar trabajos serviles y ser un esclavo asalariado en empleos despreciables, así que se convierte en un ilegalista de convicción.
Estos cuatro anarquistas tenían poco más de 20 años, se conocieron a través de los círculos ácratas de Bélgica y compartían un odio mutuo hacia los ricos y su sistema de explotación. Raymond y Octave cometieron muchos robos juntos, además se dedicaron a falsificar monedas.
Victor Serge escribía artículos para Le Revolte, lo que le valió la atención del Estado belga. Como estaba refugiado en Bélgica desde su infancia, al Estado le resultó muy fácil deshacerse de él. Fue expulsado del país por subversivo peligroso. Se marcha a Francia donde crea una comuna libertaria con otros anarquistas. Poco después, Octave Garnier, sobre el que pesaba una orden de aprehensión, sigue a Victor hasta Francia junto a Raymond.
En Francia se encuentran con Jules Bonnot, que estaba huyendo. Jules tenía poco más de 30 años, era un ex soldado y un comprometido anarquista ilegal. La policía lo buscaba por un asesinato, que en realidad se debió al disparo accidental a un compañero. Jules, que tenía mucha experiencia en expropiaciones exitosas, propuso a Octave y Raymond realizar juntos un gran proyecto. Los dos aceptaron encantados la oferta de Jules, hartos de no obtener lo suficiente en sus atracos, y arriesgando mucho por la contraofensiva.
Los tres, junto con otro anarquista, Eugène Dieudonné, idearon un plan para robar a un empleado bancario que iba a entregar dinero. Empezaron robando un coche de gama alta en un barrio burgués a las afueras de París. Jules aprendió a conducir en el ejército, así que sería el conductor en la huida. Raymond, Octave y Eugene asaltarían al empleado del banco. Así, el 21 de diciembre de 1911, a plena luz del día, robaron al empleado. Retuvieron al guardia que escoltaba al empleado cuando salían del banco. Octave exigió le entregara el maletín. Raymond lo tomó e intentó dirigirse al auto para escapar. Pero el empleado no lo soltó. Octave le disparó dos veces en el pecho (el empleado quedó malherido pero no murió). Se dieron a la fuga a toda velocidad por las calles de París en uno de los mejores modelos de autos de la época. Era la primera vez que se utilizaba un automóvil para un atraco a mano armada en Francia, por lo que los medios de comunicación les apodaron “autobandidos”.
Con ese robo obtuvieron $5000 francos, aunque no les agradó. Esperaban obtener mucho más. Días después del robo al empleado bancario, entraron en una armería apoderándose de un arsenal, incluidos fusiles de gran potencia. Al poco tiempo, el 2 de enero de 1912, irrumpieron en la casa de un rico burgués, matándolo a él y a su empleada. Se llevaron $30,000 francos de ese robo. Pronto huyeron a Bélgica llevando a cabo más robos y disparando a 3 policías por el camino. Luego volvieron a París para robar otro banco, aunque esta vez atracarían el establecimiento. Durante el robo dispararon a 3 burócratas bancarios. Después se ofreció una recompensa de $700,000 francos por las cabezas de los anarquistas. El banco robado, Société Générale, ofreció otros $100,000 francos por su captura.
Existe un profundo nihilismo, egoísmo y antirreformismo dentro de la praxis ilegalista, que es continuada hoy en día por agrupaciones como la Conspiración de Células de Fuego, la Federación Anarquista Informal/Frente Revolucionario Internacional, e individuos como los anarco-nihilistas chilenos Sebastián Oversluij (que fue asesinado a tiros mientras expropiaba un banco) y Mauricio Morales que murió cuando la bomba que transportaba en su mochila detonó prematuramente.
La actual anarquía insurreccional también tiene un linaje directo con esta historia ácrata. Muchos de los principales componentes de las ideas y la praxis que comprenden el ilegalismo y la restitución individual (que incluye la propaganda por el hecho, que es la acción directa individual contra la clase burguesa, su propiedad y sus lacayos, es decir, policías, idiotas y jueces, con la esperanza de que la acción inspire a otros a seguir su ejemplo; la anti-organización en las formas de insurrección individual, grupos de afinidad y organización informal; además del rechazo extremo a la izquierda y a su estrategia reformista) también se encuentran en las diferentes corrientes del anarquismo insurreccional moderno.
Lo que los medios de comunicación y la policía calificaron como “Banda Bonnot” era un grupo de afinidad. Jules Bonnot no era líder del grupo, no había ninguno. A los individuos que componían los diferentes grupos de afinidad que llevaron a cabo los llamados crímenes se les atribuyó la pertenencia a la “Banda Bonnot”, eran simplemente individuos con objetivos comunes que se unieron para llevar a cabo esas acciones. El Estado francés utilizó este nombre para señalar a cualquier anarquista que se le antojara participante en alguno de los llamados crímenes.
El 30 de marzo de 1912, André Soudy (un anarquista que actuó en algunas de las expropiaciones del grupo) fue capturado por la policía. Unos días más tarde, otro anarquista implicado en algunos robos, Édouard Carouy, fue detenido. El 7 de abril, Raymond Callemin. A finales de abril, 28 anarquistas habían sido detenidos en relación con la “Banda Bonnot”.
El 28 de abril, la policía descubre en París el escondite de Jules Bonnot. 500 policías armados rodean la casa. Jules se niega a entregarse y se inicia el tiroteo. Tras horas de intercambio de disparos, la policía detona una bomba en la fachada de la casa. Cuando irrumpen en la casa descubren a Jules enrollado en un colchón, él seguía disparándoles. Le dieron un tiro en la cabeza y murió más tarde en el hospital por las heridas.
El 14 de mayo, la policía descubre el lugar donde se encontraban Octave Garnier y René Valet (otro miembro del grupo). 300 policías y 800 soldados rodean el edificio. Al igual que Bonnot, ambos se niegan a rendirse. El asedio dura horas, la policía detona una bomba y vuela parte de la edificación matando a Octave. René, malherido, sigue disparando y muere poco después.
Un año mas tarde, el 3 de febrero de 1913, Raymond Callemin y muchos otros anarquistas, entre ellos Victor Serge, son juzgados por el estado francés por su presunta participación en la “Banda de Bonnot”. Aunque Raymond cometió muchos robos y mató a tiros a un burócrata bancario, muchos de los que fueron juzgados no participaron en ninguno de los supuestos crímenes atribuidos a la “Banda Bonnot”. El Estado francés, sediento de venganza, después de matarlos a tiros y hacerlos volar con explosivos, manda encerrar, ejecutar, y exiliar a numerosos anarquistas. El 21 de abril de 1913, Raymond Callemin, Étienne Monier y André Soudy fueron ejecutados en la guillotina. A muchos de los coacusados se les condenó a cadena perpetua y trabajos forzados en colonias penales francesas.
Esta práctica vengativa de los Estados sigue llevándose a cabo hoy en día, con los juicios de Scripta Manent en Italia, directamente relacionados con el tiro en la rodilla del director de una empresa de energía nuclear por parte de los anarquistas lindividualistas Alfredo Caspito y Nicola Gia, y otras acciones ofensivas en Italia. Los juicios represivos en Rusia contra anarquistas, antifascistas y el caso de la organización “RED” fabricada por el FSB (Servicio Federal de Seguridad). En represalia, el anarco-comunista Mikhail Zhlobitsky detonó el pasado octubre una bomba en la sede regional del Servicio Federal de Seguridad ruso en Arkhangelsk, muriendo en la acción. Así, el FSB llevó a cabo otra ronda represiva contra los anarquistas después del atentado, encarcelando, interrogando y presentando cargos falsos contra muchos de ellos como venganza por el ataque. El 22 de marzo de 2019 una célula de la Federación Anarquista Informal autodenominada FAI/FRI Facción Vengativa – Mikhail Zholbitsky llevó a cabo un ataque con granadas contra la embajada rusa en Atenas, Grecia, como venganza por la represión llevada a cabo por el Estado ruso contra anarquistas.
Cualquier corriente del anarquismo que haga propia el individuo, no hace diferencia, en tanto sea subversiva y esté en conflicto con cualquier autoridad que intente vulnerar la autonomía individual. La guerra en curso contra la sociedad industrial capitalista ha ocasionado daños durante más de 200 años, cobrado muchas vidas de anarquistas y aún más encarcelamientos. El mismo espíritu insurreccional de no mediación y de no compromiso con la autoridad sigue fluyendo en la actual anarquía subversiva. En solidaridad con todos los anarquistas encarcelados y en guerra con la sociedad industrial capitalista.
Renzo Connors
2019
Texto original Subversive Anarchy Past and Present